Aventuras del submarino alemán U (fragmento)Ricardo Baroja
Aventuras del submarino alemán U (fragmento)

"Ahora tengo que describir la lucha que el U sostuvo al acercarse otra vez a las costas francesas persiguiendo a un transporte; y antes de relatar las peripecias del combate, he de pedir perdón al lector por mi completa falta de técnica literaria, esto me impide colocar los adjetivos en los lugares del párrafo donde producen más emoción. Apenas he leído narraciones poéticas. No sé cuántos signos de admiración son necesarios para inocularla en el lector, y temo que mis comparaciones no se parezcan a las de Homero, de quien oí decir al dómine que me enseñó latín en mis mocedades que era el Mago de las imágenes y que era superior a Virgilio. Pero yo temo que entre el mismo Virgilio y yo haya también una enorme diferencia.
Así pues, relataré la estupenda contienda con estilo de periodista. Ya me contentaría con escribir la narración de este combate como un revistero de toros hace la reseña de la corrida.
No he de ocultar al lector que muchas veces he rehecho este capítulo, pero he perdido la esperanza de igualar a mis modelos.
El U iba a toda máquina detrás de un transporte que descubrió el periscopio. Era un barco rezagado de un convoy procedente de Argelia que llevaba a Francia senegaleses y marroquíes. Uno de los motores del sumergible no marchaba regularmente. La avería se notó precisamente cuando se descubrió el buque rezagado. El U tenía que navegar con una sola hélice y, aunque se podía corregir, la tendencia a virar del sumergible era a costa de llevar constantemente... (aquí hay una supresión de la censura alemana). Sin embargo, el U perseguía al transporte y hasta se le iba acercando. Mientras tanto, los mecánicos del sumergible trataban de habilitar el motor y ponerlo en marcha. Yo, desde la torrecilla en donde estaba en compañía de mi inseparable teniente Smidt, miraba el vapor forzar máquina y arrojar por la chimenea una enorme columna de humo espesa y negra que el viento esparcía sobre el mar.
Llevábamos seis horas de persecución; las distancias iban acortándose y, junto al ajuste de nuestros dos cañones, estaban los artilleros dispuestos a disparar en cuanto se diera la orden.
El comandante del U miraba con su telémetro al buque enemigo. La costa francesa empezaba a aparecer al borde del horizonte. Los marineros, armados con rifles, se alineaban en la cubierta baja del submarino, sin ocuparse de las olas, que de vez en cuando invadían aquella desamparada plataforma. El cielo estaba sereno; ni una nube se dibujaba en la enorme cúpula azul. El U aumentó su velocidad, el motor averiado estaba compuesto y se acercaba el principio del drama. "



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