El hombre que corrompió a Hadleyburg (fragmento)Mark Twain
El hombre que corrompió a Hadleyburg (fragmento)

"El bolso de oro estaba sobre una mesita al frente del estrado, un lugar donde todos los concurrentes podían mirarlo. La mayor parte de la gente lo observaba con ardiente interés, con un interés que les hacía agua la boca, con un interés pensativo y patético. Y una minoría de diecinueve parejas lo observaba tiernamente, amorosamente, como observan los propietarios, y la mitad masculina de esta minoría se contenía, ensayando para sí los pequeños e improvisados discursos de agradecimiento por el aplauso y las congratulaciones de la audiencia, que pensaban recibir y soltar. De cuando en cuando, uno de ellos sacaba un papel del bolsillo del chaleco y lo leía a hurtadillas para refrescarse la memoria.
Desde luego, había un zumbido de conversación en el aire… siempre lo hay. Pero cuando por fin el reverendo señor Burgess se levantó y puso la mano sobre el bolso, se podía oír el morder de los microbios, tan silencioso se puso el lugar. Burgess relató la extraña historia del bolso, luego continuó hablando en cálidos términos de la antigua y bien ganada reputación de Hadleyburg por su insondable honestidad, y del justo orgullo de la ciudad por esa reputación. Dijo que esta reputación era un tesoro de valor inapreciable, que gracias a la Providencia su valor había crecido en forma inestimable, porque el reciente episodio había esparcido aquella fama a lo largo y a lo ancho del mundo, y de tal manera había hecho que los ojos del mundo americano enfocasen a esa ciudad, logrando, según él esperaba y creía, que su nombre resultara para siempre un sinónimo de la incorruptibilidad comercial. "



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