El Barón Bagge (fragmento)Alexander Lernet-Holenia
El Barón Bagge (fragmento)

"Mientras avanzábamos por la plaza del mercado, la multitud nos rodeaba lanzando aclamaciones y agitando pañuelos; Semler dio la orden de desmontar y enseguida los oficiales nos vimos asediados por grupos de personas que pertenecían aproximadamente a nuestra clase social y que nos dirigían cordialísimas palabras, se nos presentaban y nos declaraban que sería un verdadero honor para ellas que nos hospedáramos en sus casas. Nos dijeron que, si bien vivían en aquella ciudad un tanto apretados, con toda seguridad podrían hacernos un sitio. Literalmente nos zarandeaban tratando de arrebatarnos; de personas completamente desconocidas nos llovían invitaciones a almuerzos, comidas y recepciones. Nuestro humor cambió, pues, por completo. Ya nadie pensaba en el enemigo. A nadie se le ocurría que los rusos pudieran avanzar; al contrario, la única preocupación por el momento era darnos la bienvenida, invitamos y procurarnos diversiones.
Con todo eso, la cuestión del alojamiento tuvo, por cierto, sus bemoles. Por grande que fuera la gentileza con que nos lo ofrecieron, en realidad resultó muy difícil obtenerlo, sobre todo para la tropa y los caballos. Verdad es que Semler destacó inmediatamente una sección de guardia, de cuyos contingentes tres cuartos debían inspeccionar el sector norte del perímetro de la ciudad, y envió el resto al llamado Hradek (que así se denominaba la pequeña montaña en cuya cumbre se levantaba la capilla). Desde aquella altura debía observarse permanentemente la comarca, aun durante la noche, por ver si se descubrían luces en movimiento que pudieran pertenecer a las fuerzas rusas. Así y todo, resultó bastante difícil encontrar alojamiento para las otras dos secciones.
Los oficiales resolvimos por último instalarnos todos en el convento. Nos pareció que ésta era la mejor solución, porque así no ofendíamos a ninguno de los que nos habían ofrecido cordial hospitalidad, al aceptar la invitación de éste y rechazar en cambio la de aquél. El convento era, por así decirlo, un lugar neutral. Además, había allí un espacio relativamente amplio; otra ventaja que nos ofrecía el convento era la de que los oficiales podíamos vivir juntos, cerca de del escuadrón, que terminó por alojarse en los edificio de la administración pública, claro está que después de algunos esfuerzos, pero, a fin de cuentas, con satisfacción. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com