Gente independiente (fragmento)Halldor Laxness
Gente independiente (fragmento)

"Pero Asta no podía dormirse. Aparentemente el tabique estaba demasiado frío; quizá fuese por eso por lo que temblaba tanto. El edredón era demasiado delgado y su padre se lo había arreglado casi todo: el calor del cuerpo de él sólo le calentaba la espalda. Continuó tiritando casi sin pausa. Los otros hombres se habían dormido casi de inmediato y roncaban ahora sonoramente, pero ella no podía dormirse por el frío de la pared.
Pasaron las horas y aún seguía despierta. Finalmente abrió los ojos. Las cortinas habían sido corridas sobre las ventanas y el cuarto estaba en penumbra; debía de ser bien pasada la medianoche. Las rodillas le asomaban por debajo del edredón y aparentemente una corriente de aire pasaba por la pared. Su padre no le había dado siquiera las buenas noches, aunque sabía cuan asustada estaba. En torno los desconocidos dormían en esa grande y misteriosa casa del mundo, el mundo que con tantas ansias ella anheló conocer, al punto que dormir le parecía una pérdida de tiempo. Y ahora, cuando finalmente penetraba en ese mundo suyo, se encontraba de pronto tan aterrorizada por él, que, por más que lo intentara, no podía dormir de pavor. Por todas partes se encontraba rodeada de hombres malvados cuyas esposas usaban bragas rojas. ¿Cómo podría dormir allí, en un mundo ominoso, irreconocible? ¿Sola? No, no, no, no estaba sola. Mientras su padre estuviese con ella no estaría nunca, nunca sola, aunque él se olvidase de saludarla por la noche. El solo hecho de tenerle acostado junto a sí era suficiente, querido padre, queridísimo padre, tu pequeña Asta Sóllilja está junto a ti. Y luego, antes de que se diera cuenta de ello, se encontraba pensando en el lugar tierno y blanco de junto al cuello, el lugar que la aliviaría de todas sus aprensiones con sólo apoyar la boca en él. Y porque todos roncaban, y porque no podía dormirse, y porque tenía tanto frío, y porque se sentía tan sola, tan triste y temerosa en el mundo… y al mismo tiempo tan dichosa de tenerle a su lado, a él que era la seguridad en persona, a él que podía hacer lo que quisiese y que no estaba en deuda con nadie, a él que no se sorprendía de nada, que tenía una respuesta para todo, el rey de la Casa Estival, el poeta… por todo eso comenzó a moverse lentamente, tan lentamente que no provocó un solo crujido, tan lentamente que nadie habría podido decir que se movía; muy poco, muy poquito por vez. Y después un poquito más. Y la casa estaba sumida en el silencio, a no ser por los ronquidos de la noche, como proveniente de otro mundo, y los pájaros gritando por sobre la gran ciudad. Y finalmente se volvió del todo, hacia su padre. No, no estaba sola en el mundo; estaba despierta junto al fuerte pecho de su padre. Acercó su cabeza, sobre la almohada, hasta que sus labios se apoyaron en la garganta de él y sus ojos cerrados en la barba… en la garganta y en la barba del hombre que luchó a mano limpia con los espectros del país el mismo día que ella nacía. "



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