Una fiesta en el jardín (fragmento)György Konrad
Una fiesta en el jardín (fragmento)

"Se dio la vuelta y salió del edificio. Craso error. Dos semanas más tarde, Klára lo apuñalaba por la espalda con un cuchillo de cocina. Lo siguió sin ser vista a un piso, cuya puerta el joven había cerrado pero no atrancado. El cruz flechada cayó de rodillas y empezó a buscar la pistola en su bolsillo interior. La segunda puñalada de Klára le partió la yugular. Dentro de la estufa de azulejos encontraron las piernas de una mujer y, junto al cuerpo, un volumen de la Encyclopaedia Britannica (Ita to Lor) con billetes de cien dólares entre las páginas. Cuando Kobra entró por la puerta entreabierta con la intención de defender a Klára, ésta ya había concluido su faena.
La noche del 17 al 18 de enero vimos un tanque, y otro y otro, pasar sobre la barricada. Los soldados alemanes, apostados detrás de ella con sus ametralladoras, salieron corriendo en dirección al parque. Esa noche no nos acostamos en el suelo de la sala grande, sino más adentro, en el vestíbulo, pero no cesamos de acercarnos a las ventanas para espiar. A la luz de las bengalas Stalin pudimos ver dos o tres escenas típicas de las noticias de guerra, pero sin el marco de la pantalla de cine. Y después cantamos La Internacional y una canción dedicada a Flórián Geier. Nos las había enseñado Márta, una bailarina alta y pelirroja. Era comunista y nos pedía que nos uniéramos a su partido porque era el único prohibido. Los demás, por el mero hecho de ser legales, habían colaborado de alguna manera con las autoridades. Estudiad ruso, niños, que lo necesitaréis. Más adelante, en 1949, tía Márta, desilusionada, intentó huir cruzando la frontera con las mismas botas de esquiar con las que pasó el invierno durante el sitio de la ciudad. Los guardias fronterizos dispararon unos cuantos tiros de aviso; una de las balas le dio y tía Márta murió en el hospital. Sea como fuere, esa noche cerramos los ojos a las cuatro de la madrugada, con una sensación de liberación absoluta. "



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