Memorias del estanque (fragmento)Antonio Colinas
Memorias del estanque (fragmento)

"A las citas sabias y a este metódico y sorprendente programa, que deseaba poner orden en mí, había que añadir, claro, lo que en realidad hacía: mis paseos interminables a pie por la ciudad, muchas veces bajo la lluvia, y las demoras en los museos, donde la presencia de la cultura, como digo, fue otro asidero precioso en aquellos días. De aquel gigantesco almacén de todas las civilizaciones que es el Museo Británico, traje en mis ojos el recuerdo de los Libros de Horas y el de las estampas japonesas. La llamada de Extremo Oriente seguía abriéndose paso en mí —por encima de mármoles, joyas, cuadros y sarcófagos— en lecturas y en prácticas de sanación, pero también en el mensaje que me transmitían aquellas láminas. Pero esto no implica negar otros hallazgos en el museo. Por ejemplo, los de los cuadros de Turner, Reynolds, Blake y, de nuevo, Poussin.
No faltan tampoco en la libreta algunas direcciones: la de mi albergue en Chelsea, la de una amiga en Newton-Abbot a la que no llegué a visitar, la de la librería Folie’s y la de algunos cafés o pubs que sí recuerdo haber visitado por las noches con alguno de mis compañeros de residencia: Café des Artistes y, sobre todo, el muy animado siempre Lord Nelson. Uno de estos compañeros me llevó un fin de semana a visitar la casa de su familia en Welwyns Gardens, donde el súbito y tierno verdor de los campos ingleses me sacó de golpe del arrebato londinense («los chorreantes/ prados de Welwyns Gardens, un cielo de cerveza», evocados en los versos de un posterior poema mío). Supongo también que, como una dirección que no necesité usar, pues debía de ser solo para auxilios extremos, aparecía la de la Young Men Christian Association. Pero ya digo que la visita a los tres museos de la ciudad, y ver reunido en el primero de ellos, abrumadoramente, un resumen de la cultura universal, fue lo más provechoso de aquellos días. "



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