El Judas de Leonardo (fragmento) "A Behaim le costó trabajo resignarse, siquiera pasajeramente, con el desenlace tan poco honroso de aquel encuentro. Sobre todo le mortificaba la alusión a las ortigas que no le pareció carente de fundamento, pues abundaban en el asilvestrado huerto. Le entraron ganas de echar abajo la puerta de Boccetta para tenerle durante un rato a merced de sus puños. Pero con semejante acción habría contravenido la ley, y tal acto repugnaba a su naturaleza. Además, aunque la casa estaba muy deteriorada, justo la puerta se encontraba en un estado bastante aceptable. Estaba hecha de gruesos maderos de roble y habría sido inútil arremeter contra ella sólo con los puños. Así que de momento no le quedó más remedio que seguir su camino, y mientras se alejaba profería contra Boccetta y contra sí mismo las palabras que le inspiraba la ira. Calificaba a Boccetta de avaro, ladrón y estafador y a sí mismo se culpaba de ser un torpe y un necio que ya no servía para nada y merecía una manta de palos. También afirmó en voz alta, haciendo que los que pasaban a su lado se diesen la vuelta asombrados, que quería ver a Boccetta secarse en la horca, pues Dios le debía esa pequeña satisfacción. Y después de haber incluido de esa manera a Dios en la lista de sus deudores, se tranquilizó un poco, pues Dios, según le habían enseñado, era a veces un pagador lento pero, en general, digno de confianza que no olvidaba los intereses. " epdlp.com |