Didascalicon (fragmento)Hugo de San Víctor
Didascalicon (fragmento)

"La meditación es una reflexión persistente, acompañada de deliberación, que prudentemente investiga la causa y el origen, el modo y la utilidad de cada cosa. La meditación tiene su punto de partida en la lectura, pero sin verse constreñida por sus reglas y preceptos, pues se complace en recorrer ciertos espacios abiertos donde concentra libremente su mirada penetrante en la contemplación de la verdad y logra captar a veces unas causas de las cosas, a veces otras, y en ocasiones, adentrarse en las profundidades
sin dejar nada en la duda o en la oscuridad.
Así pues, el inicio de la enseñanza se encuentra en la lectura; su culminación, en la meditación, y si alguien se ha familiarizado amorosamente con ella y ha decidido entregársele con frecuencia, ella le recompensará con una vida verdaderamente agradable y le proporcionará el mejor consuelo en el momento de la tribulación.
En efecto, la meditación es la que más aísla al alma del bullicio de las actividades terrenales, y permite que también en esta vida se tenga una especie de gusto anticipado por la dulzura del descanso eterno. Y cuando a través de las cosas que han sido hechas se ha aprendido a buscar y entender a Aquel que todo lo ha hecho, entonces se instruye al espíritu con el conocimiento al mismo tiempo que se le llena de alegría. De ahí resulta que en la meditación se encuentra el máximo deleite.
Hay tres clases de meditación: una consiste en la consideración de las costumbres; otra, en el examen de los mandatos; la tercera, en la investigación de las obras divinas. Las costumbres se encuentran en los vicios y en las virtudes. El mandato divino prescribe, promete o amenaza. Obra de Dios es lo que con su poder crea, lo que con su sabiduría gobierna, lo que con su gracia coopera. Y mientras con mayor aplicación se entregue el hombre a meditar sobre las maravillas de Dios, tanto más se convencerá de cuán dignas de admiración son todas ellas. "



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