Bajamar (fragmento)Robert Louis Stevenson
Bajamar (fragmento)

"A medida que avanzaba, la sombra de las altas palmeras hacía que refrescase; la corriente de la mortecina brisa las agitaba por arriba, con más rapidez que las libélulas o las golondrinas, destellos de la luz del sol revoloteaban por todas partes, se quedaban suspendidos en el aire, regresaban. Bajo los pies, la arena era bastante firme y lisa; esto hacía que los pasos de Herrick fuesen tan silenciosos como si pisara nieve recién caída. El sendero conservaba huellas de haber sido limpiado de malas hierbas, como en un jardín inglés; pero también en esto se había dejado sentir la peste, la mala hierba empezaba a aparecer de nuevo. Los edificios del lugar, que podían verse por todas partes a través de los huecos de la columnata, estaban recién pintados, cuidados y elegantes; todo estaba silencioso como una tumba. Aquí y allá, oculto, al otro lado de la casa con la terraza, podía oírse el rumor y el canto de unas aves de corral; Herrick vio que salía humo, oyó el crepitar del fuego.
A la derecha, cerca de donde él estaba, había varias casas de piedra. La primera estaba cerrada, en la segunda se entreveía, a través de una ventana, cierta acumulación de conchas perlíferas apiladas en un rincón. La tercera, abierta de par en par, atrajo la atención de Herrick por la gran variedad y desorden de románticos objetos que encerraba. Había cables, molinetes y calzos de toda clase y condición; en la confusión y oscuridad del cobertizo había ventanas de camarote y escaleras, depósitos oxidados, una escotilla, una bitácora con su base de latón y con una brújula que inútilmente señalaba a un olvidado polo; también había cabos, anclas, arpones, un cucharón de cobre para la grasa de ballena enmohecido con los años, una rueda de timón, una caja de herramientas con el nombre del navío en la tapa, Asia, que contenía, a su vez, toda una tienda de curiosidades y efectos navales, grande y pesada, difícil de levantar y de romper, reforzada con cobre y forrada de hierro. Al menos dos naufragios habían sido necesarios para reunir este heterogéneo conjunto de utensilios. Mientras Herrick observaba todo esto, se le ocurrió pensar que en el fondo era como si las dos tripulaciones de ambos barcos estuvieran presentes, como si escuchara sus pisadas y susurros, como si viera por el rabillo del ojo los vulgares fantasmas de los marineros. "



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