Juegos africanos (fragmento)Ernst Jünger
Juegos africanos (fragmento)

"El paisaje irradiaba una vigorosa fuerza espiritual y su redondez formaba el anillo mágico con cuyo auxilio podía conjurar fácilmente a Dorotea. Desde que abordé al policía ya no había encontrado ocasión para el recogimiento y sentía que me flaqueaba el ánimo. Sobre todo, me había enervado la conversación con Leonhard. Hasta entonces los acontecimientos habían tenido visos de una iniciación graciosa, e incluso el hecho de que el cabo suizo nos hubiera pillado en la estación formaba parte del juego. Pero el reciente contacto con el sufrimiento me había sumido por un instante en una angustia desconocida; era como si el suelo perdiera solidez y un estrato cenagoso aún delgado dificultase el paso antaño seguro.
Dorotea se me reveló ese día más cercana, más carnal que otras veces, y es una pena que la discusión que mantuve con ella, como todo cuanto le concierne, haya dejado en la memoria un recuerdo tan vago. Me sorprendió que se manifestase hostil a Leonhard, pues esperaba justo la actitud contraria. Sin embargo, me aconsejó evitar todo trato con él, incluso burlarme de su persona; así pues, pensé que era su modo de reforzar mi orgullo. Con frecuencia, parecía aprobar la monstruosidad. En toda amistad y en todo amor nos mostramos crueles, le robamos algo al mundo. Como para mortificar a Leonhard, me contó que él estaba ahí sólo porque se había amedrentado ante el cañón de la pistola. La inminencia de la muerte le infundía horror, y en ese punto, no en su situación, arraigaba su miedo. Precisamente por esa razón los conatos de fuerzas que ya estaban en camino para salvarle serían vanos. "



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