Celos que matan pero no tanto "1 Ya había visto sus ojos en los tuyos que no me miran que se mueren por verla. 2 Era un desliz definitivo. Desde un bolsillo de secretos un nombre de mujer tu letra un número la prueba final en la estructura mítica del héroe -consultar Villegas, Juan- desde el bolsillo esa mujer ese cuerpo de tus delitos. 3 Mañana marcaré ese número. Repetiré la operación hasta dar con esa palomita. Pienso decirle menos cosas de las que pienso. Pero a ti, te lo advierto nos encontraremos los tres y sean cuales fueren los resultados te lo prometo aquí va a haber un muerto habrá un muerto en la familia querido mío. 4 Como ves o como no ves estoy pendiente de ti. Estoy el colmo de ti. 5 He aguzado el olfato para husmearla mejor en tus camisas en los jardines de tu pecho. Si captaras la sutileza de mi oído qué magnífico espectáculo pegado a las puertas el ojo a las cerraduras como el náufrago a su tabla y todo el océano para él solo. 6 Todos mis sentidos alerta pueden reconocerte a una distancia de metros bajo una niebla de película en pleno centro de Santiago a las doce del día en medio de la gente, animal. Todos mis sentidos alerta. Dije todos menos el sentido del humor. 7 Cuídate de mí, maldito, porque te amo. 8 Más vale que te cuides. Tú sabes una caída en la ducha esas son caídas fatales me entiendes un remedio de más o equivocado te fijas un accidente casero cualquiera tiene en la vida arreglabas un enchufe y ¡oh, sorpresa, Fiat Lux! me comprendes o el cuchillo de cocina guardado adentro de la cama o el gas lento pero seguro no olvidemos. Por eso, cuídate mejor que te encuentre confesado oleado sacramentado y todo si te descubro amadísimo héroe. 9 Te acaricio te araño con táctica felina porque estás mintiéndome porque te juro lo sé todo aunque no digas ni pío. 10 Tardaría la noche entera enumerando los espantos que te haría si se confirman mis según tu miserable opinión– infundadas sospechas. No tienes idea la de horrores que soy capaz mi vida la infinidad de maleficios que prepararía en la cocina hasta dar con esa pócima que te pusiera fuera de combate. 11 En esta guerra sangrienta las matemáticas están claramente de tu parte yo soy una y una no es ninguna. Ante una ventaja así no cabría más que deponer esas armas con las que no cuento y saludarlos con mis mejores deseos: que sean tremendamente infelices que se pudran. Quiero que reciban periódicamente a la cigüeña cargada de imbunches que no falten al himeneo las reinas de la muerte, las parcas de infalibles tijeras ¡Oh, Mnémesis diosa fantástica de la venganza! " epdlp.com |