Historia de la novela en España (fragmento)Andrés González Blanco
Historia de la novela en España (fragmento)

"Por otra parte, muchos de ellos, aun aplicando los procedimientos naturalistas, eran casi idealistas en teoría, apareciendo sus principios y aficiones estéticas en abierta contradicción con sus obras. Puede llamarse novela naturalista a Madame Bovary, pero no cabe duda de que Flaubert vivió y murió romántico impenitente, y nadie negará por de contado que La tentación de San Antonio (Las tentaciones sería más exacto, Sr. Menéndez y Pelayo) es obra de un desentrenado idealismo, y que Salambó pinta un mundo tan convencional y tan falso como el de cualquiera otra de las novelas con pretensión de históricas. De la misma manera, sin negar que Germinia Lacerteux caiga bajo la jurisdicción de la escuela realista, puede dudarse y aun negarse que la supersticiosa y enfermiza adoración que los Goncourt profesan al color (la cual idolatría, ya por sí sola, constituye un verdadero elemento idealista), encaje plenamente en la ortodoxia de los principios sostenidos con tanto aparato por Zola en sus libros de crítica.
En cuanto a Daudet, los mismos naturalistas no le cuentan entre los suyos sino con muchas atenuaciones y distingos, teniéndole más bien por un aliado útil que por un partidario fervoroso. Y realmente, en los libros de Daudet no faltan figuras de convención, ni deja de respirarse cierta atmósfera poética que los intransigentes de la escuela condenan con los nombres de romanticismo y lirismo. De todo lo cual resulta que el único naturalista acérrimo y consecuente es Emilio Zola, puesto que sus discípulos apenas merecen nombrarse.» Si Menéndez Pelayo se enterase tan bien de las cosas francesas como se entera de las cosas españolas (en lo cual hace bien, por supuesto; pero ahora no vamos á eso... vamos á lo otro), sabría que Zola tampoco era naturalista acérrimo y consecuente consigo mismo, puesto que confesaba que era romántico en el fondo, aunque rabiaba de serlo (et y en enrage) y que el romanticismo era á la vez son ido le et sa hete noire... Y son sus discípulos precisamente los que más le han completado, sin rectificar nunca, como él hizo con sus propias doctrinas. Especialmente Guy de Maupassant fue rígidamente naturalista. Fue impersonal absolutamente, experimental y documentado como su historiador; y para colmar el tipo ideal, amigo de remover las letrinas... Nadie como él cumplió al pie de la letra los preceptos de la escuela; y fue un discípulo que superó á su maestro, como debe ser todo buen discípulo. "



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