El estrecho rincón (fragmento)William Somerset Maugham
El estrecho rincón (fragmento)

"El doctor jamás lo había visto de mejor humor. Estaba alerta. Parecía disfrutar de su propia destreza. No era una figura retórica el decir que se hallaba en su elemento. ¿Miedo? Ese hombre vulgar, tramposo y astuto no sabía nada acerca de éste; no tenía una pizca de decencia, ignoraba todo acerca de cualquier cosa que diera dignidad al hombre, o belleza, y tan sólo había que conocerlo veinticuatro horas para estar seguro de que si había dos formas de hacer algo, la correcta y la deshonesta, elegiría esta última. En esa vil y miserable mente no había más que un móvil: el deseo de sacar ventaja de su prójimo de manera tramposa; ni siquiera era una pasión por el mal, en la cual puede haber después de todo una siniestra grandeza, era una traviesa malicia que hallaba satisfacción en aprovecharse de otro. Y sin embargo aquí, en este minúsculo velero en medio de ese vasto desierto de enfadadas olas, sin posibilidad de auxilio si la catástrofe les acaecía, estaba tranquilo, confiado en su conocimiento del mar, orgulloso, seguro de sí mismo y feliz. Parecía derivar placer de su dominio de la pequeña embarcación que conducía con tal destreza; estaba en sus manos como un caballo en las de un jinete que conoce cada truco y cada hábito de éste, cada capricho y cada cualidad; miraba las olas con una sonrisa en sus pequeños ojos de zorro y asentía con autocomplacencia mientras tronaban estruendosamente. Casi le parecía al doctor que para el capitán también las olas eran criaturas vivientes de las que derivaba una cínica diversión al aprovecharse de ellas.
El Dr. Saunders se estremecía mientras veía las enormes olas persiguiéndolos y, aferrándose al mástil, se recostaba hacia donde el lugre se balanceara, y después, como si su peso pudiera hacer la diferencia, lo hacía hacia el lado contrario junto con el barco. Sabía que estaba pálido y sentía su rostro endurecido. Se preguntaba si habría alguna oportunidad de subir a uno de los botes si el barco se hundía. Incluso si lo lograran no tendrían muchas oportunidades de sobrevivir. Estaban a cientos de kilómetros de cualquier lugar habitado y fuera de la ruta de tránsito. Si algo pasaba lo único que quedaba era ahogarse rápidamente. No era la muerte lo que le importaba, sino el morir, y se preguntaba qué tan horrible sería cuando se tragara el agua y se ahogara y, pese a su voluntad, luchara desesperadamente. "



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