El maestro de Go (fragmento) "Para el certamen de despedida del Maestro, el tiempo era casi el doble que el de estos inusualmente prolongados juegos, y cuatro veces más que el de un juego común. Y hasta casi se podría haber hecho caso omiso de restricciones en el tiempo. Si esta extraordinaria disposición de tiempo había sido un mandato del Maestro, hay que decir que se había echado un enorme peso a las espaldas. Debía soportar su propia enfermedad y los largos períodos de reflexión de su adversario. Esas treinta y cuatro horas eran convincente prueba de ello. Por otra parte, el arreglo de jugar cada cinco días se había aceptado en consideración a la edad del Maestro, pero en verdad se sumaba a la carga que había que sobrellevar. Si ambos hubieran usado el tiempo convenido completamente —un total de ochenta horas— y si cada sesión hubiera durado cinco horas, entonces habrían sido dieciséis sesiones, lo cual significa que aun si el juego se hubiera desarrollado sin ninguna interrupción se habría prolongado por unos tres meses. Cualquiera que conozca el espíritu del Go sabe que la concentración necesaria no puede mantenerse o la tensión no puede perdurar durante tres meses enteros. Algo así resulta como una astilla en el cuerpo del jugador. El tablero de Go acompaña al jugador mientras se despierta y duerme, de modo que un receso de cuatro días no significa reposo sino agotamiento. El receso se volvió más exasperante luego de la enfermedad del Maestro. Él y los organizadores, por supuesto, deseaban terminar con el certamen lo más pronto posible. Necesitaba descansar, y existía el peligro de que se desplomara en el transcurso del juego. Le había dicho a su mujer, y ella me lo había transmitido con tristeza, que ya no le importaba quién ganara, que lo único que deseaba era terminar con todo. " epdlp.com |