Shakespeare (fragmento)Johann Gottfried Herder
Shakespeare (fragmento)

"Como ante un mar de sucesos, donde ola tras ola se quiebra, así se presentó ante su escenario. Las escenas de la naturaleza entran y salen; se coordinan por más divergentes que parezcan; se engendran y se destruyen para que se cumpla la intención del creador que parecía haberlas reunido todas en un plano de embriaguez y desorden —pequeñas, misteriosas contribuciones para el trazado solar de una teodicea de la deidad. Lear, el anciano impulsivo, fogoso y débil en su nobleza, cuando allí está ante el mapa de sus tierras, y regala coronas, y despedaza países —cuando aparece en la primera escena, lleva dentro de sí ya toda la semilla de sus infortunios que cosechará en el más sombrío porvenir. ¡Ved! el bondadoso derrochador, el implacable colérico, pronto será el padre aniñado que, en los ante patios de sus hijas, ruega, reza, mendiga, blasfema, delira, bendice, y -¡ay Dios!— presiente la locura. Pronto será víctima de ella, con la cabeza desnuda bajo truenos y relámpagos, arrojado a la hez humana, en compañía de un bufón y en la cueva de un mendigo estrafalario, implorando casi del cielo la demencia—. Y luego, cuando es loco de verdad, en toda la sencilla majestad de su miseria y abandono; y después recuperándose, iluminado por el último rayo de esperanza, antes de que ésta se apague para siempre, ¡para siempre! ¡Prisionero, en sus brazos muerta su bienhechora, su niña, su hija que le perdonó! ¡Muriendo sobre su cadáver; el viejo servidor siguiendo al anciano rey en la muerte! ¡Dios! ¡Qué revolución de tiempos, situaciones, tempestades, tormentas, perspectivas! Y todo esto no sólo una historia —una acción heroica y de estado, si tú quieres— desde un principio hasta un fin, según la regla más severa de tu Aristóteles, sino —¡acércate y siente el genio humano que dispuso cada personaje, edad, carácter y detalle dentro del cuadro! ¡Dos padres ancianos y sus hijos, todos tan distintos! El hijo del uno, agradecido, con mala fortuna, hacia un padre engañado, el otro atrozmente desagradecido para con el padre más bondadoso, y odiosamente afortunado. ¡Aquél frente a sus hijas! ¡Éstas frente a él! Sus esposos, pretendientes y todos los aliados en la buena y en la mala. ¡El ciego Glosterdel brazo de su hijo al que no reconoce, y el loco Lear a los pies de su hija desterrada! Y luego el instante crucial de la suerte, cuando Gloster muere bajo su árbol, y la trompeta llama, todos los pormenores, motivos, caracteres y situaciones encuadrados poéticamente en ello —todo en la pieza transformándose en un todo orgánico— reunido en un cuadro total de padres e hijos, rey y bufón, mendigo y miseria, donde sin embargo, aun en las escenas más disparatadas, vibra el alma del acontecimiento, donde lugares, épocas, circunstancias y hasta, diría, la filosofía pagana del destino y de los astros que reina por doquier, pertenecen de tal modo a la totalidad que nada podría yo cambiar o trasladar, llevar de otras piezas hasta allí o desde aquí a otras piezas. "


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