El misterio de Mangiabarche (fragmento)Massimo Carlotto
El misterio de Mangiabarche (fragmento)

"El primer rayo de sol logró penetrar la densa enramada de pinos y encinas seculares e iluminó débilmente la silueta de un corzo cincelada con elegancia en la culata de un fusil. El hombre que lo empuñaba dio sobre ella unos golpecitos con la uña de su dedo índice para atraer mi atención.
—Así como el ciervo representa la majestuosidad y el jabalí la fuerza —susurró—, el corzo es el símbolo de la gracia y la delicadeza... La caza con arma de fuego por excelencia, la más difícil y la más emocionante, porque se trata del animal más desconfiado del bosque: el oído es su sentido más desarrollado; luego, el olfato; por último, la vista. Si el estruendo de un avión lo deja del todo indiferente, el crac de una rama aplastada lo pone alerta al momento. Los cazadores deben encontrarse en el lugar elegido para apostarse antes del amanecer y tener cuidado de situarse a sotavento. El corzo aparece de repente, como un fantasma en la incierta luz de la mañana, y hay que decidir en el lapso de un segundo si vale la pena abatirlo...
Me miró con fijeza a los ojos para comprobar el efecto de sus palabras. Asentí con la cabeza. Satisfecho, el hombre sacó de uno de los innumerables bolsillos de su mono una larga mira telescópica y la fijó en el arma con unos pocos y precisos movimientos. Miró luego a través de ella para regular la luminosidad. Apuntó al claro de bosque que había entre la casa y la pocilga, doscientos metros más abajo, ya del todo visible a la luz del nuevo día.
Quitó el seguro, pero, dado que no se había producido ningún cambio en el paisaje, se sentó en una piedra y se resignó a esperar. "



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