Los desposeídos (fragmento) "Ahora el lago está desierto, pero el agua es siempre limpia y transparente; los cabos cubiertos de laurel, los pequeños estuarios llenos de conchillas, con deliciosos prados donde las olas se escurren sobre masas de flores y de césped. Era como un milagro, una carga bucólica, hace tiempo. La intoxicación de una vida deslizándose ante el cielo: la primavera, una llanura de flores; racimos de uvas y castañas formadas en lo más profundo del otoño; nuestras cálidas noches transcurriendo a la luz de las estrellas. Habíamos establecido la paz, tras haber aprendido a practicar la virtud sin aguardar recompensa — que debemos ser virtuosos sin esperanza. (La Ley es justa; obsérvala, mantenla, y traerá contento.) Entonces, por la orilla, entre las tortugas de ojos mansos y brillantes, con alondras revoloteando a Su lado —tan livianas que no doblarían una brizna de pasto al posarse en ella— vino hacia nosotros y levantó Su mano sin llaga: Estas bellezas, estas flores terrenales que crecen y se abren, ¿Qué son? ¡El espectáculo de vuestra humillación! Si un hombre decide entrar al reino de la paz no dejará de luchar hasta que falle, y habiendo fallado estará aturdido, y tras estar aturdido gobernará, y tras haber gobernado descansará. Nuestro sueño se agrió. Despertamos, y empezamos a anhelar la restitución de nuestra casa. Una mañana, en un lento paroxismo de ira, hallamos Su cadáver tendido en el umbral. " epdlp.com |