Amaparo (Memorias de un loco) (fragmento)Manuel Fernández y González
Amaparo (Memorias de un loco) (fragmento)

"Ayer me trajeron un nido de ruiseñores.
Estaban triponcillos y desnudos; tenían hambre, y abrían, piando en coro, unas desmesuradas bocas amarillas: hoy están enteramente cubiertos de su plumaje pardo, saltan en la jaula, y ensayan sus primeros trinos.
Ayer mi cuadrante marcaba el mediodía natural a las doce y tres minutos y hoy le marca a las doce y treinta y tres.
Ha pasado un mes en que no he vivido.
Un mes, en que el no ser me ha envejecido veinte años.
Ayer aún era joven: hoy soy ya anciano.
¡Ah! ya me acuerdo... ya comprendo.
Vivo yo en un pequeño aposento; en este aposento hay algunos muebles muy sencillos.
En este aposento hay una reja que da sobre un jardín... sobre un pobrecillo jardín descuidado, en que las malvas locas se extienden libremente, y que es mi pequeño mundo.
Hay además una puerta muy fuerte, que tiene una rejilla muy espesa.
Esta puerta da a un pasadizo oscuro, por donde entran, como por una cerbatana, gritos estridentes, alaridos, bramidos, imprecaciones, carcajadas, cantares, ruidos; son de cadenas que se arrastran, chasquidos de puertas que se cierran, una tempestad continua de sonidos discordantes, secos, desentonados, agudos, horribles; algunas veces, de noche, muy tarde, suele avanzar, jadeante y cansado, por decirlo así, un canto triste, dulce, suspirante, siempre el mismo, cuyas palabras, no se entienden, pero cuyo sentimiento se adivina; canto con el que vuela por la estrecha crujía, apagándose, perdiéndose, gastándose al rozar las paredes, el alma de un ser que llora cantando: suave oleada que se escapa de un océano de sentimiento, y que acaricia mi alma y la consuela. "



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