Camino de perfección (fragmento)Pío Baroja
Camino de perfección (fragmento)

"Fernando entró en el presbiterio.
Al lado derecho del altar mayor estaba: era un marco pequeño que encerraba un espectro, de expresión terrible, de color terroso, de frente estrecha, pómulos salientes, mandíbula afilada y prognata. Vestía muceta roja, manga blanca debajo; la mano derecha, extendida junto al birrete cardenalicio; la izquierda, apoyada despóticamente en un libro. Salió Fernando de la iglesia y se sentó en un banco del paseo. El sol salía del seno de las nubes, que lo ocultaban.
Se veía la ciudad destacarse lentamente sobre la colina en el azul puro del cielo, con sus torres, sus campanarios, sus cúpulas, sus largos y blancos lienzos de pared de los conventos, llenos de celosías, sus tejados rojizos, todo calcinado, dorado por el sol de los siglos y de los siglos; parecía una ciudad de cristal en aquella atmósfera tan limpia y pura. Fernando soñaba y oía el campaneo de las iglesias que llamaban a misa.
El sol ascendía en el cielo; las ventanas de las casas parecían llenarse de llamas. Toledo se destacó en el cielo lleno de nubes incendiadas…, las colinas amarillearon y se doraron, las lápidas del antiguo camposanto lanzaron destellos al sol… Volvió Fernando hacia el pueblo, pasó por la puerta Visagra y después por la del Sol. Desde la cuesta del Miradero se vela la línea valiente formada por la iglesia mudéjar de Santiago del Arrabal, dorada por el sol; luego, la puerta Visagra, con sus dos torres, y al último, el hospital de Afuera.
Aquella misma tarde, en una librería religiosa de la calle del Comercio, compró Ferrando los ejercicios de San Ignacio de Loyola.
Sentía al ir a su casa verdadero terror y espanto, creyendo que aquella obra iba a concluir de perturbarle la razón.
Llegó a casa, y en su cuarto se puso a leer el libro con detenimiento.
Creía que cada palabra y cada frase estampadas allí debían de ser un latigazo para su alma.
Poco a poco, a medida que avanzaba en la lectura, viendo que la obra no le producía el efecto esperado, dejó de leer y se propuso reflexionar y meditar en todas las frases aquéllas, palabra por palabra. "



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