El anillo del rey Salomón (fragmento)Konrad Lorenz
El anillo del rey Salomón (fragmento)

"Lo más extraordinario del acontecimiento no es el cambio en la categoría social, sino la pasmosa velocidad con que la colonia se entera de que aquella pequeña hembra, que hasta entonces no había recibido sino malos tratos de la mayor parte de los individuos del grupo, se ha convertido, de golpe y porrazo, en la «esposa del presidente», y nadie puede ya ni mirarla de reojo. Y sorprende cómo el interesado tiene conciencia de lo que está ocurriendo. Los animales pueden hacerse rápidamente miedosos y esquivos después de una experiencia desdichada. Pero comprender que ha quedado eliminado un peligro que hasta entonces existía y, de acuerdo con ello, envalentonarse, es señal de que existen aptitudes superiores. Aquella pequeña hembra, apenas transcurridas cuarenta y ocho horas, sabía lo que podía permitirse. Y siento decir que usaba y abusaba de sus nuevos derechos. En su comportamiento no dio pruebas de aquella nobleza o tolerancia desdeñosa que muestran las grajillas de alto rango por las inferiores; por el contrario, utilizaba cualquier oportunidad para amonestar violentamente a los que antes habían estado por encima de ella. Y no sólo se contentaba con imponerse con el gesto, sino que incluso pasaba en seguida «a las manos». En una palabra, se comportaba con una vulgaridad absoluta.
No trato de humanizar a los animales con esta forma de expresarme. Se ha de comprender que lo demasiado humano es casi siempre prehumano, y, por tanto, es aquello que compartimos con los animales superiores. A fe mía que no proyecto las características humanas en el animal; antes, al contrario, muestro la cantidad de herencia de origen animal que persiste todavía en la humanidad. Y al decir que un macho de grajilla se había enamorado súbitamente de una hembra, tampoco incurro en antropomorfismo alguno. Precisamente al enamorarse, muchas aves y mamíferos superiores se comportan exactamente igual que el hombre. También entre las grajillas, el gran amor se presenta frecuentemente de manera súbita, de un día para otro, y también como en el hombre, muchas veces es el típico «flechazo». Algunos quedan prometidos enseguida.
Desde luego, la confianza engendrada por la convivencia no favorece el proceso característico del enamoramiento en la medida que uno podría suponer. En ciertas circunstancias, una separación temporal desencadena lo que no consiguieron años de intimidad. En gansos salvajes he observado que muchas veces se «celebran» los esponsales cuando, después de una larga separación, vuelven a encontrarse un macho y una hembra entre los que antes existía una simple amistad.
Contrariamente al prejuicio según el cual el amor y el emparejamiento en los animales constituyen los momentos más «bestiales» de su vida, en los que predominan los sentidos más groseros, hemos de decir que precisamente en la vida de aquellos animales en los que el amor y el «matrimonio» desempeñan un papel importante, los esponsales suelen «celebrarse» mucho tiempo antes de la unión física. "



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