El Bordo (fragmento)Sergio Galindo
El Bordo (fragmento)

"Gabriel se sirvió otra copa, encendió un cigarro y se tiró sobre el sofá a contemplar el fuego. Escuchó la voz de su madre: «Siempre recuerdo a Eusebio que se fue así, como ellos ahorita, y me lo trajeron muerto». Eso recordaba ella, lo que había olvidado era que ese día don Eusebio bebió mucho más de la cuenta. Pensó en su hermano. No era posible que se estuviera emborrachando. Le desagradaba que la tía Joaquina tuviera invariablemente una actitud de recelo y recriminación contra Hugo. Es cierto que tal actitud estaba bastante justificada y que durante años —en ese mismo sofá— él (Gabriel) había esperado el regreso de su hermano hasta que se levantaba a buscarlo, casi siempre con la convicción, en los últimos momentos, de que esta vez sí le había sucedido algo… Y siempre las esperas creaban esa atmósfera de descontento y tirantez que los iba dominando hasta empezar a discutir entre ellos mismos. De golpe se convertía la espera en la oportunidad de insultarse y recriminarse. Desde su niñez había sucedido eso, y hasta después de los veinticinco años descubrió que esas riñas eran saludables y que, sobre todo, servían para que el regreso de Hugo fuera aceptado sin reproches, casi mudamente; lo que siempre aplazaba aquella tremenda escena final anunciada con platillos de ira y odio… Gabriel también había llegado (en una de esas esperas) a detestar a su hermano por conducirlos a ese extremo de irritabilidad que amenazaba con perpetuarse y hacerles la vida definitivamente imposible. Pero cuando Hugo estaba otra vez frente a él desaparecía tranquilamente el odio y se alegraba de que estuviera en casa, protegido. Porque Hugo necesitaba su cariño, su ayuda… Ahora ya no tanto; ahora tenía a Esther a su lado, y era obvio el beneficio, la estabilidad que había alcanzado. De repente le sorprendió la claridad con que escuchaba el crepitar de los leños. Observó a su familia. Todos estaban callados. No le gustó. Prefería —tal vez por hábito— las explosiones, la repetición cotidiana del desacuerdo y la desaprobación. "


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