Mentiras aceptadas (fragmento)José María Guelbenzu
Mentiras aceptadas (fragmento)

"Mila no tenía un pelo de tonta. Sabía que su cambio de look no iba a modificar sustancialmente su vida, salvo en un aspecto. Cuando Perfecto se reunía con la gente de su entorno (otros habrían dicho calaña) los hombres solían aparecer con mujeres despampanantes veinte años más jóvenes que ellos; porque sus esposas, incapaces de quitarse el pelo de la dehesa y participar de sus conversaciones, no sólo no resistían la comparación sino que los avergonzaban con su aspecto tocinero, no menor que el de ellos, por otra parte, pues como dice el refrán: «Aunque la mona se vista de seda, mona se queda». Pero ellos tenían el dinero y o bien tomaban querida o bien se divorciaban y se casaban de nuevo. Mila, en cuanto vio el panorama, exigió acompañar a Perfecto a sus fiestas y como éste, además de estar muy agradecido, sentía dependencia de ella, aceptó; y comprobó que Mila ni se cortaba ni desentonaba, aceptaba con naturalidad a las jóvenes despampanantes e incluso se convertía en la confidente de algunas de ellas. Perfecto, en el fondo, admiraba a Mila.
Con los hijos ya encarrilados, ella empezaba a preguntarse qué tipo de vida le depararía el futuro cuando Isabel Pérez se cruzó fortuitamente en sus vidas. Mila no necesitó más que una primera impresión para darse cuenta de que había aparecido una enemiga formidable contra la que no disponía de armas efectivas. De una parte, los hijos ya no formaban parte del hogar pues se habían independizado o estudiaban lejos; su peso en el reino familiar era esporádico, de la misma manera que la importancia real de aquél para Perfecto: el hogar eran sólo ellos dos. De otra parte, reconoció en Isabel de inmediato el refinamiento social que Perfecto anhelaba y que Mila no podía darle. De modo que luchó, sí, pero apenas vio que ya las primeras escaramuzas la dañaban sólo a ella porque el final era inevitable, al menos mientras durase la fiebre de su marido, con su admirable sentido práctico entendió que su única línea de defensa era sacar la mayor tajada posible de la situación. "



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