Diario de un cuerpo (fragmento)Daniel Pennac
Diario de un cuerpo (fragmento)

"Fermantin y otros dos tipos han pasado por casa para reclutarme. Fermantin ignora mi expulsión del cole, cree que estoy de vacaciones. Mamá le recibe alegremente y le manda a mi habitación. Con su uniforme y su boina de miliciano tiene un aspecto muy commedia dell’arte. Y en absoluto divertido. Yo estaba repasando el examen y, en uno de esos «accesos de pose» que en los otros me hacen sonreír, le he dicho a mi ex compañero que yo jamás entraría en la milicia, que la propuesta me parecía incluso un insulto. Él se ha vuelto hacia sus dos comparsas (yo no les conocía, uno de ellos iba también de uniforme) y ha dicho: ¿Un insulto? Claro que no, ¡un insulto es esto! Y me ha escupido a la cara. Fermantin escupe sobre cualquiera desde su más tierna infancia. Soy uno de los pocos a los que aún no había gargajeado; por consiguiente, el escupitajo me ha sorprendido aunque no extrañado. Lo uno compensando lo otro, he podido mantener la calma. Ni me he inmutado, ni siquiera he intentado esquivarlo. He oído el «pfffuit», he visto llegar el escupitajo, lo he sentido aplastándose en mi frente, correr luego entre el puente de mi nariz y el pómulo izquierdo, bastante parecido, es cierto, a una salpicadura de agua tibia. No me he limpiado. Me he concentrado en la sensación –bastante trivial– en detrimento del símbolo, considerado infamante. Si me hubiera movido, me habrían masacrado. La saliva no resbala por la piel con tanta rapidez como el agua. Es espumosa, avanza a tirones. Se seca sin evaporarse realmente. Uno de los dos tipos, el que llevaba el uniforme (Fermantin y él iban armados), ha dicho que de todos modos ellos solo reclutaban hombres. No me he dado por aludido. He sentido los restos del escupitajo temblando en la comisura izquierda de mis labios. Por un segundo he pensado que podría recuperarlo de un lengüetazo y devolvérselo al expedidor, pero me he abstenido, bastante había sacrificado ya a la pose. Volveremos a vernos, ha dicho Fermantin sin apartar los ojos de mí. Teatral, lo ha repetido al abandonar reculando mi habitación, apuntándome con el dedo: Volveremos a vernos, mariconazo. Escribo esta página antes de ponerme a trabajar de nuevo. Mañana me largo a Mérac. "


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