El regreso de Titmuss (fragmento)John Mortimer
El regreso de Titmuss (fragmento)

"Mientras se sentaba en la iglesia, invadida por los notables habitantes de Rapstone y alrededores, Fred se preguntó por qué lo habían invitado y por qué había aceptado la invitación. Hacía más años de los que se molestaba en recordar, Leslie le había pedido que fuera su padrino cuando se casó con Charlotte Fanner y Fred, un joven estudiante de medicina con una historia de amor roto, había agradecido pasar una tarde lejos del estudio del sistema nervioso central. Con los años se habían distanciado tanto que ahora parecían desconocidos de países remotos, criados en culturas extranjeras: el médico rural que despreciaba a los políticos, sobre todo a políticos de la variedad Titmuss, y el ministro para quien el médico retirado del mundo en su segura consulta rural, ajeno a los grandes temas y las decisiones difíciles de la época, era simplemente patético. Entonces ¿por qué había asistido Fred? Curiosidad, suponía, y —pensó en lo poco, en conjunto, que había cambiado desde sus días de estudiante— también para romper la monotonía de su vida. Respecto a las razones de Leslie para invitarlo, se hicieron evidentes en cuanto Jenny, coronada de flores y sonriendo como si siguiera sorprendida de lo que hacía, entró en la iglesia del brazo de un primo convenientemente alto al que apenas conocía. Representaba a su padre, que no había podido escapar de su numerosa familia de Oakwood, California. Era evidente que Leslie Titmuss quería exhibirla ante todos y llenar a sus pocos amigos y numerosos enemigos de asombro y envidia. Leslie, convencido de que Fred lo menospreciaba desde su infancia y desdeñaba su persecución implacable de fama y fortuna, había querido decirle: ¿Qué has conseguido con mantenerte apartado de la sucia política? Tan solo la perspectiva de una vejez solitaria, mientras que aquí estoy yo en el mismo altar donde tu padre predicó en vano la llegada de una nueva Jerusalén socialista, esperando que una joven esbelta y hermosa se entregue a mí, renunciando a todos los demás». Quizá Leslie Titmuss no lo habría expresado exactamente así, pero Fred Simcox creyó que sí. Fred nunca había sido capaz de atribuir motivos elevados al hombre que consideraba una amenaza para Inglaterra en general y el valle de Rapstone en particular.
Todo fue muy expeditivo. Rev Kev dio un breve sermón en el que consiguió mencionar «compasión» cuatro veces, «valores ajenos al mercado» tres y «la verde y placentera Inglaterra» al menos dos. Se había armado de valor para esa homilía, que consideraba un audaz ataque a las políticas gubernamentales, pero Leslie siguió sonriendo imperturbable y Jenny parecía perdida en sus pensamientos. Luego sonó el órgano y la feliz pareja, junto con Elsie Titmuss y la madre de Jenny —una versión más aturullada y grande de su hija que había llegado tarde y se había pasado gran parte del servicio susurrando ruidosamente sobre el regalo que había comprado y olvidado traer, o que había olvidado comprar y que por tanto no había traído, o que quería comprar en cuanto tuviera un momento— volvieron a desfilar por el pasillo. Y así Jennifer Sidonia, sintiendo que se había despedido de su apellido y de gran parte de su pasado, se convirtió en Jennifer Titmuss. "



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