Escalada (fragmento)Ludwig Hohl
Escalada (fragmento)

"Las praderas de la terraza alpina despejadas de nieve vieja ya se habían desembarazado también de la nieve recién caída, y la mirada se recreaba en un verdor que no se vería durante un tiempo; descender a gran velocidad, todavía de día, desde la zona de la alta montaña a la de pasto alpino, constituye siempre un acontecimiento único en su género e inolvidable. El singular efecto acaso se deba al especial estado anímico, potenciado por el infrecuente estado del cuerpo después de un gran esfuerzo; por el recuerdo de haberse levantado de noche, la temprana partida, lo vivido arriba, todo lo cual ahora parecía casi un sueño. Uno cree que el tiempo durante el que los ojos no han visto nada verde ha sido mucho más largo, como si durante días solo hubieran contemplado en derredor nieve, hielo, rocas. Era mediodía, el sol esparcía su calor, el furioso viento helado de las alturas se había convertido en una brisa fresca que únicamente se percibía a la sombra. La atmósfera apacible, el vibrante silencio, el calor, ejercían un efecto maravilloso, y todos los peñascos salidos de entre las nubes se alzaban con insólita serenidad.
[...]
Ull comenzó a preparar sus cosas para la partida con movimientos apresurados. No le quedaba más remedio que enfrentarse solo al glaciar... una empresa casi disparatada; para ello habría sido necesario e indispensable un acompañante, aunque no fuera bueno. (Como seguro posterior no se requería especial talento. En determinadas circunstancias podía bastar el peso de una persona, sobre todo si era pesada como Johann.) Ahora tenía que apañárselas sin nadie más, el gran esfuerzo de persuasión había quedado en nada. Se dirigió de nuevo a Johann, insultándole con exageración. Este soportó en silencio los denuestos, igual que un perro apaleado consciente de su culpa que sumiso aguarda... una nueva primavera, podría decirse.
Vio salir a Ull, deslizando primero la mochila a través del agujero en la nieve, luego el piolet, después siguió él mismo con la linterna, tras lo cual la oscuridad se cernió sobre el aposento subterráneo.
En el exterior también estaba oscuro. La luna no alumbraba ese lugar, las gigantescas espaldas de la montaña la ocultaban; sin linterna, Ull no habría llegado lejos; apenas se había alejado unos cuantos pasos de la cabaña cuando la pendiente de nieve helada y dura exigió toda la preparación y conocimientos del que asciende con esfuerzo en medio de la noche. Entonces le llegó una voz; era más cálida y viva que la que solía oír a Johann (quien debía de haber salido, al menos parcialmente, por el agujero entre la nieve); un saludo y los mejores deseos. "



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