Herrumbrosas lanzas (fragmento)Juan Benet
Herrumbrosas lanzas (fragmento)

"En uno de sus momentos de euforia —y dentro de su política de consolidación de los resultados obtenidos, con vistas al mantenimiento de su negocio sin contar con las ventajas de que había disfrutado— el agente había estado a punto de adquirir un carro —un carro pesado y robusto, de los que llaman galeras, provisto de capota y cesta, y tan grande como para poder extender en él un colchón— a un paisano que estaba dispuesto a cederlo, junto con su par de tiro, en muy buenas condiciones y con el que tenía pensado dar un nuevo giro a su actividad y rehacer su economía, pues buena parte de sus gastos se iban en viáticos. Además de orador ingenioso y elocuente, hábil prestímano, jugador empedernido y recalcitrante mujeriego, el agente era un tanto trotamundos, y la posibilidad de vivir durante el buen tiempo sobre un carro propio, haciendo noche en descampados en lugar de fondas, casaba bien con un carácter poco dado a mantener vínculos fijos y casi obligatorios con casas y personas. Tras descubrir los mercados que ofrecían los burgos podridos del valle había decidido restringir la geografía de sus actividades y limitarse a viajar por aquel sector del noroeste peninsular donde la experiencia de aquel verano le había demostrado que tanto su oratoria como sus artículos despertaban un entusiasmo tal como para vivir de él, y además estaban las mujeres de los pueblos, más atrevidas en muchos aspectos que las de las villas populosas. "


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