La república del vino (fragmento) Mo Yan
La república del vino (fragmento)

"Ding nunca imaginó que si la mujer dejaba de apretar la mandíbula sólo sería una trampa para que él metiera la lengua entre sus dientes. Entonces de repente la mujer le mordió y el investigador soltó un grito al sentir un dolor punzante que pronto se extendió por toda su lengua hasta cada parte de su cuerpo. Los brazos de Ding Gou’er soltaron a la conductora del camión y se apartó de ella, con un sabor nauseabundo aunque dulce, que emanaba de un líquido caliente y pegajoso que invadía su boca. Supo, cuando se tapó la boca con la mano, que esto significaba algo malo. De repente, no sentía la lengua. ¡Malas noticias! En la larga historia de conquistas del investigador este era su primer gran fracaso. ¡Jodida hija de puta!, maldijo para sí mismo, mientras se doblaba para escupir sangre. Las estrellas iluminaban el cielo pero el suelo estaba borroso; sabía que había escupido sangre, a pesar de que no podía ver el color de lo que había escupido. Lo que más le preocupaba era su lengua, por supuesto, así que con suavidad trató de tocarla con los dientes; menos mal que seguía en su sitio, pero enseguida notó un pequeño agujero en la punta. De ahí salía la sangre.
Ding Gou’er estaba enormemente aliviado porque esa mujer no le hubiera arrancado la lengua. Aun así había pagado un precio excesivo por esos besos. Tenía que darle una lección, ¿pero cómo?
Ding estaba de pie a menos de medio metro, mirándola tan de cerca que podía oír su respiración. Sintió cómo se le acaloraba el cuerpo debajo de su fina camisa. Ella le miraba fijamente, con la cabeza erguida, y ahora estaba blandiendo una llave inglesa. Bajo la luz resplandeciente de las estrellas se dio cuenta de la expresión de furia de la viva cara de la mujer. Parecía la expresión de una niña pequeña y traviesa. "



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