Olas (fragmento)Eduard von Keyserling
Olas (fragmento)

"Knospelius, provisto de prismáticos, se hallaba en la ventana de la cabaña del guardacostas y miraba hacia la playa. Le gustaba observar el ir y venir de las pequeñas figuras multicolores allá abajo, sobre la arena amarilla, y ver cómo se buscaban, se encontraban, permanecían juntas y luego se separaban. «Donde los escorpiones se reúnen y los buitres se encuentran», decía, citando al profeta. El cielo estaba plagado de nubes que amortiguaban la luz diurna y le otorgaban una tonalidad plateada. El mar grisáceo tenía reflejos irisados, como la pechuga de un palomino. La esbelta y rubicunda figura de Nini sobresalía en medio de aquellas aguas coloreadas y la baronesa Buttlär iba de un lado a otro de la playa, observando el baño de su hija. «Mira —pensó Knospelius—, por allí asoma la generala con su vestido de piqué blanco, parece un barco con todas las velas desplegadas, y la buena de Bork, a su lado, una modesta e insignificante chalupa. Wedig, el muy tunante, anda vagando junto a la puerta de los Wardein, esperando, naturalmente. Pero también el barón anda por allí, ocioso y solitario, hurgando en la arena, ¿acaso está también esperando? Ah, ahí están los novios, cogidos del brazo. La pequeña Lolo algo pálida todavía, el novio muy animado, demasiado afable, quizá tiene mala conciencia por lo sucedido ayer. Bien, ahora se encuentran con la generala. Se detienen, hablan. Finalmente, aquí llega nuestra Doralice, muy elegante con un vestido marinero azul y blanco y la novela inglesa en la mano. Naturalmente, el barón ya está a su lado. Qué frialdad en el saludo por parte de ella. Qué prestancia y qué modales cuando se detiene, todos sus rasgos denotan una cortés negativa. Qué manera de seguir lentamente su camino y dejarlo plantado. Pero ¡diablos! Eso sí que es fuerte. El alférez suelta el brazo de su novia y se abalanza sobre Doralice, como el lucio sobre el cebo. Ese joven no tiene complejos. ¿Y el pintor, dónde anda? Allí está, junto a los botes, hablando con Stibbe. ¿Y por qué no está en su puesto? Ese estúpido quiere interpretar el papel de Grandseigneur en el amor».
Entonces Knospelius ya no pudo aguantar más tiempo en su ventana; tenía que bajar, tenía que participar. Detrás de él estaba Klaus, sosteniendo ya el bastón y el sombrero. "



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