Arte, Religión y Sociedad (fragmento)Paul Westheim
Arte, Religión y Sociedad (fragmento)

"Nada más instructivo que observar alguna vez en el museo de Colmar el público que se congrega delante del retablo del altar de Isenheim. A Matthias Grünewald (cuyo verdadero nombre era Matthias Gothard Nithart) se le encargó un retablo para la iglesia del monasterio de los antonitas.
Este monasterio de Isenheim era en el siglo XVI el refugio para las víctimas de una enfermedad horripilante, el Fuego de
San Antonio, por fortuna actualmente extinta, que se comía a la gente en vivo: llagas supurantes cubrían el cuerpo, los miembros se desprendían del tronco. Grünewald concibió su soberbia obra como un consuelo y una esperanza para aquellos infelices. Un consuelo, porque a ellos sus propios males debían parecer insignificantes ante la representación inexorablemente realista de los tormentos del Crucificado.
Una esperanza: la resurrección (en las tablas interiores del altar) de aquel que había sufrido tan atrozmente su resplandeciente ascensión a la gloria. No hay duda de que la poderosa expresividad de Grünewald nos impresiona todavía en el museo. Pero lo que antes, en el monasterio de Isenheim, era vivencia emotiva de los fieles, se ha convertido en experiencia en gran parte intelectual, fruto de una reconstrucción consciente de aquella vivencia en la mente de personas familiarizadas con la historia y la historia del arte y con las condiciones particulares que determinaron la creación del altar. Lo que en nuestros días conmueve espontánea y violentamente a los ánimos es la grandiosidad de la concepción artística y la maestría de la realización.
Durante siglos el retablo no despertó interés alguno, a pesar de su valor profundamente humano y religioso. El arte alemán, después de Durero y Holbein, tomó otros caminos. Ya no había ninguna comprensión para el lenguaje de formas de Grünewald. Sólo alrededor de 1900 se redescubrió la obra maestra caída en olvido y, con ella, al pintor no menos olvidado. "Alrededor de 1900" esto significa: en el momento de iniciarse aquella revolución artística contra el realismo y seudorrealismo del siglo XIX, gracias a la cual la obra de arte ha vuelto a ser expresión de lo espiritual. Grünewald, del mismo modo que El Greco, es considerado la justificación histórica de esa nueva voluntad de arte. Así, la resurrección del retablo de Isenheim —que en el curso de los últimos sesenta años ha llegado a ser una de las pinturas más populares— es una resurrección estética, que se debe al entusiasmo de conocedores y artistas. "



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