El descubrimiento de la pintura (fragmento)Jorge Edwards
El descubrimiento de la pintura (fragmento)

"A todo esto, la señora que había hecho su entrada en el dormitorio y sala de música de Jorge Rengifo Mira, mientras todavía resonaban los tubos del órgano eclesiástico, pero también laico, mundano, casi bromista, del maestro César Franck, era de mediana estatura, más bien rolliza, de caderas bien formadas, de sonrisa, mirada, gestos, que me hicieron pensar en una cortesía en vías de extinción, de los tiempos de César Franck, precisamente, de Gabriel Fauré, de Ernest Chausson, y hasta de sus barrios, de sus parques, de sus luces matizadas, de sus balconajes ondulados, de sus biombos y motivos japoneses. Iba vestida sin lujo excesivo, pero en forma agradable, con un traje sastre de tonos rosados, de marfiles tenues, que concordaba curiosamente con la pintura que colgaba de las paredes de la sala. Debía de tener unos ocho o siete años menos, quizá cinco o cuatro, que Rengifonfo, que ya se acercaba con paso decidido a los sesenta, y era, como lo supe de entrada, jueza titular en lo civil de uno de los juzgados de mayor cuantía de Santiago. Hablo, insisto, de los años de mi primera juventud, lo cual significa que hablo de costumbres bastante pretéritas, y en aquel entonces no era frecuente que hubiera mujeres en el Poder Judicial, y menos en sus escalones más altos. Ella aceptaba, por lo demás, y esto también lo supe muy pronto, lo excepcional de su situación, y daba por descontado que le sería muy difícil, casi imposible, ascender al rango de ministro de Corte, todo lo cual la inclinaba a escoger la alternativa de una jubilación temprana, de una vida apacible, organizada de otra manera, de un matrimonio que se podría llamar, visto desde fuera, de amistad y de conveniencia, aunque siempre cabría la posibilidad de que fuera un poco más allá de eso. "


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