El santo de Guatambú (fragmento)Juan Bautista Rivarola Matto
El santo de Guatambú (fragmento)

"A las diez de la mañana del 28 de diciembre de 1860 atracaron en Humaitá la cañonera «Tacuarí» y el vapor «Río Blanco» empavesados de gala. Aguardaban en tierra formaciones de marinería, infantería, artillería y caballería; los coraceros del «Aca-carayá» y los dragones del «Acá-verá», luciendo vistosos uniformes de parada. Detrás de ellos, la multitud en trajes multicolores. [72]
Retumbaron salvas de artillería. Vibraron los acordes de bandas militares. Inocencio olvidó la tortura de sus flamantes zapatones, el plantón de dos horas, el calor infernal soportado en casaca de bayeta: por la planchada descendía un anciano obeso, de corta estatura. Se adelantaron a recibirlo el general López y su plana mayor. La multitud prorrumpió en vítores. Era el Presidente de la República don Carlos Antonio López. Bajaron detrás de él centenares de caballeros de punta en blanco, y de damas con vestidos deslumbrantes y joyas que titilaban en el relumbrón de un sol de fuego. El Presidente fue ayudado a subir a un carruaje que partió inmediatamente hacia el Cuartel General.
Las tropas rompieron filas y acudieron a los lugares donde se había dispuesto, bajo toldos y enramadas, para ellas y para quienes quisieran acompañarlas, refrescos y golosinas en divina abundancia. Hacia mediodía fueron llegando otros vapores en los que venía una colorida multitud de gente del pueblo. No le tocó a Inocencio participar en las demostraciones militares que se realizaron al caer la tarde. De noche hubo baile, en el que se mezclaron en gozosa algarabía todas las clases sociales.
Al otro día revistó don Carlos en carruaje la formación militar, para luego presenciar un ensayo general de desfile. El sol calcinaba la planicie. El Presidente tuvo que retirarse antes de que terminara el acto, debido al calor excesivo.
El 31 las bandas de músicos recorrieron en todas direcciones interpretando alegres aires. Los visitantes paseaban en grupos, en compañía de oficiales y soldados de la guarnición, la mayor parte de la cual tenía el día franco. Inocencio vio al presbítero Fidel Maíz, tan apuesto como siempre, haciendo de guía a unas hermosas damas. Confiadamente se acercó a saludarlo. El sacerdote tardó en reconocer al que fuera su paje. "



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