Ardinghello y las islas afortunadas (fragmento)Wilhelm Heinse
Ardinghello y las islas afortunadas (fragmento)

"Damos tumbos en medio de la cólera de las olas, lanzados de un abismo a otro.
[...]
Un ídolo de cera, abandonado sin cuidado alguno, se hallaba muy próximo al fuego, donde se endurecían los nobles jarrones de Campania y donde sería sometido a la ígnea fusión. Lamentó su desdicha y se sintió apremiado por las circunstancias. Contemplad qué trato recibo y cómo soy sojuzgado por coercitivas fuerzas que arruinan mi débil esperanza.
El fuego crepitante respondió: ¿Por qué zahiere tu ánimo la condición de tu propia naturaleza? En lo que a mí concierne, no cuestiono mi omnímoda existencia.
[...]
Estoy sentado en las alturas del valle de Lucca, en cuya cima el viento susurra entre las hayas y en la sima fluyen los manantiales, moviéndose en lo más profundo de mi alma, como en la encrucijada de mi vida. ¡Oh, quién podría revelar el futuro! Pero esto nadie lo sabe excepto aquel que todo lo sabe; no somos más que flashes, de ignoto sino, que se afanan en desempolvar lo inconmensurable. ¡Dichoso aquél que, como una mariposa, se deleita con las flores que encuentra ante sí!  Aquél que ha pugnado con el peligro y logrado su objetivo, ¿puede haber mayor propósito? Disfrutar de cada momento, libres del pasado y del futuro, nos sitúa entre los dioses. ¿Qué tiene el hombre y todo ser más que el presente? Todo lo demás no es más que un sueño desprovisto de realidad. "



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