El párroco de Vejlby (fragmento)Steen Steensen Blicher
El párroco de Vejlby (fragmento)

"Se personó ante mí de nuevo y me ofreció un par de corceles -unos bellos ejemplares- a un precio realmente ridículo. Me pareció raro. Me consta que pagó setenta táleros por ellos y quería revendérmelos por la misma cantidad. Estimo que su precio real sería al menos de cien táleros, si no más. ¿Sería acaso objeto de un soborno? Es posible que tenga otra demanda pendiente. No quiero sus caballos.
Hoy me decidí a hacerle una visita al párroco de Vejlby. Es agradable y temeroso de Dios, aunque posee un genio muy vivo y un temperamento algo dictatorial. Tal vez sea algo avaricioso en cuanto al dinero se refiere, tal como pude observar. Justo cuando llegué un campesino se hallaba con él intentando ser liberado del deber correspondiente al pago de su diezmo. Seguramente se trataba de algún pícaro, ya que la suma no era precisamente cuantiosa. Sin embargo, el párroco se dirigió a él como si tratara con un perro, más aún, en un tono realmente violento.
Bien. Es evidente que todos tenemos nuestras faltas. Seguramente las intensiones del clérigo eran buenas a pesar de la violencia de sus gestos y palabras. De hecho, poco después le pidió a su hija que le diera a aquel hombre un sándwich y un vaso de cerveza. La hija es realmente sensible y encantadora. Me saludó modestamente, de modo afectuoso y mi corazón se alborozó de tal modo que apenas pude replicar una sola palabra. El encargado de mi granja sirvió en la rectoría tres años. Le preguntaré a él -a menudo los sirvientes proporcionan la información más veraz y directa.
Me fue dado a conocer por mi encargado, Rasmus, para gran sorpresa mía, que el hacendado Morten Bruus hacía ya algunos años se había presentado en el sitio parroquial con la intención de cortejar a la joven hija del rector y que su propuesta fue rechazada. El rector parecía estar encantado con él, dado que era un hombre rico. Pero su hija no quiso atender a razón alguna. El Pastor Soren podía haber tratado de persuadirla, de obligarla a darle su consentimiento. Pero en cuanto comprendió cuanto le disgustaba aquel hombre permitió que su hija hiciera lo que quisiera. No fue a causa de su orgullo, matizó Rasmus, ya que ella es tan sencilla y modesta como buena y bella. Y ella sabía perfectamente que el origen de su padre es campesino, al igual que el de Bruus. "



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