Breve Tratado de la Historia (fragmento)Bernardino Baldi
Breve Tratado de la Historia (fragmento)

"Quieren que la Historia sea como un maestro, que guíe a los hombres mediante ejemplos de pretérita virtud y, como consecuencia de ello, preludie la felicidad de los ciudadanos, pero no existe nadie, en mi opinión, que no estime que el final es demasiado largo y arquitectónico, porque, al no ser su propio fin, lo intrínseco del arte del «leñador» es vivir de la forma más cómoda posible, pero según su razonamiento, les pertenece la fabricación de las cosas y así el fin propio de la Historia no sería el aleccionamiento y el adiestramiento (cosa que pertenece a la filosofía moral) sino el hecho de representar apropiadamente, y en conformidad con sus propias leyes, la verdad de lo que acontece.
Si toda narración de algo veraz es Historia, diríase que el Tratado de Aristóteles sobre los animales o de Teofrasto y Dioscórides acerca de las plantas o la obra de Plinio que versa sobre las cosas naturales, y otras similares, no podrían ser excluidas del género histórico. Sin embargo, todo aquello que gire alrededor de lo accesible y variable, pero de algún modo eterno e incorruptible, no se adecuaría a la definición ya dada. Pero yo daría por seguro que el género histórico se divide en dos especies principales y unívocas. Todo lo que está relacionado con lo factible y relacionado, por tanto, con la felicidad activa y, por otro lado, todo lo supeditado al conocimiento y, por consiguiente, relacionado con la felicidad contemplativa. Y no son tan diferentes entre ellos, dado que ambos narran la verdad; donde ser útil a la prudencia civil y moral sería el fin remoto, no propio ni intrínseco, según habíamos dicho acerca de la Historia.
Dos son los primeros y principales preceptos para escribir la Historia. La elección del tema sobre el que se va a escribir. La disposición y el ornamento relacionado con el tema elegido. Si reprochamos a aquéllos que sólo desean seleccionar temas que resulten agradables a los lectores, como ya hiciera entre los griegos Heródoto. Cualquiera puede ser el tema a elegir, siempre que se considere serio, magnífico, útil o digno de boato y, en suma, digno de ser leído por hombres juiciosos y amables. Debería eludirse el hecho de mezclar lo fabuloso y muy distante de la verdad y, si no es verosímil, optar por otras alternativas. Y, especialmente, tener cuidado con ser cautivo del amor, de la inquina, del temor y de la adulación, siendo la verdad, como he dicho, la forma propia y el alma, por decirlo así, de la Historia. "



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