El pueblo inocente (fragmento)José Rubén Romero
El pueblo inocente (fragmento)

"Se parecen a las mujeres bonitas, que viven de la lisonja y odian a los que no se prestan a sahumarlas. En todavía no conozco un mandón a «en no se le haiga trepado el cargo. ¡Se güelven machos lazados de las verijas! Cuando postulamos a don Remigio Pa' Presidente era destinto: nos saludaba a todos los pobres y hasta nos preguntaba por la salti y por la familia. "Voy a hacer, voy a golver", decía. Después, cuando llegó al mando: "Veré si puedo hacer." Y en cuanto se sintió bien cogido de las crines, nos escupió estas palabras con mal modo: "Queren que yo haga imposibles; yo tengo que velar, primero, por la Presidencia." No sabía yo que ese juera el apelativo de su querida, que es por la que pasa las noches en claro.
Por supuesto que las apreciaciones del viejo tenían sus ribetes de exageración: don Remigio no fue ni más bueno ni más malo que los demás presidentes, y si obligó a sus vecinos a venderle las huertas que lindaban con la suya, al precio que le convino, fue para hacer un beneficio al receptor de rentas, quien desde entonces nunca más perdió el tiempo en cobrar contribuciones de tales predios. Y si para regarlos despojó del agua a todo el vecindario, en cambio, ¡Cómo sabía halagar la vanidad pública alegando que, gracias a él, el pueblo se había convertido en una nueva California!
Si don Remigio fuera noble, con esa nobleza hereditaria que se diluye a través de la historia y que se funda en haber sido pariente de la querida de algún rey, o de algún aventurero rapaz y afortunado, llenara los cuarteles sinobles de su escudo grabando en ellos ya una pera gamboa, firme y henchida como un seno de mujer; ya un durazno de fina piel sedosa y aterciopelada, de esos que truenan al morderlos como si fueran de cristal; ya una camuesa mofletuda y roja como las caras de los angelitos de Rubens. "



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