Arenas movedizas (fragmento)Junichiro Tanizaki
Arenas movedizas (fragmento)

"Volvimos hasta Umezono, nos dimos un fuerte apretón de manos y nos separamos, tras quedar en reunirnos allí siempre que ocurriera algo importante.
No sé por qué, una vez que me encontré camino de casa, el corazón empezó a latirme como loco de puro gozo. ¿Tanto me amaba Mitsuko? ¿Mucho más que a Watanuki? ¡Ay! ¿Estaría soñando?... El día anterior, sin ir más lejos, había estado convencida de que me estaban utilizando como un juguete y ahora, de repente, todo había cambiado. Me sentí casi hechizada. Pensando en lo que me había dicho Watanuki, había de reconocer que no era posible que Mitsuko hubiese hecho aquella escena, si no me amaba. ¿Por qué había de querer verme, si ya tenía a un hombre?... Y otra cosa: volviendo a la época en que todo empezó, cuando circularon aquellos maliciosos rumores sobre el modelo para mi retrato de mi Kannon, la propia Mitsuko debía de haber comprendido por mi comportamiento lo mucho que sentía por ella. Tal vez cuando se cruzaba conmigo en la calle pensara: «¡A esa chica le gusto!». Debía de esperar una ocasión para darme esperanzas. Naturalmente, yo estaba deseosa de trabar conversación con ella, pero, aunque ella mantenía la distancia, su radiante sonrisa fue un señuelo para que yo me acercara a ella y la primera vez que la vi desnuda fui yo la que tomó la iniciativa, pero sólo tras haberme sentido tentada por su seductora actitud... En resumidas cuentas, por mucho que yo la adorara, cuando me preguntaba cómo había entrado en aquella relación, no podía por menos de pensar que me había visto afectada por aquellos rumores en la escuela, justo cuando me sentía insatisfecha con mi marido. Mitsuko podía haber advertido esa debilidad en mí y haberme sugestionado antes de que me diera cuenta. En realidad, incluso las conversaciones sobre el casamiento con la familia de M. parecían haber sido un pretexto...
El caso es que tuve la sensación de haber quedado presa en mi propia trampa, colocada en la tesitura de ser siempre quien tomara la iniciativa. Naturalmente, no podía creer todo lo que me había dicho Watanuki, pero tal vez no fuera él quien aconsejaba a Mitsuko lo que debía hacer la noche en que les robaron la ropa; tal vez encargara ella a alguna otra persona que fingiese llamar desde el Hospital SK por ella, si la voz del hombre no era la de Watanuki... una vez que empecé a abrigar esas dudas, ya no podía frenarlas, y, sin embargo y por encima de todo, ¿por qué había de ocultarme su embarazo? Mostrarse tan insensible, después de haberme preocupado tanto... seguro que eso significaba que lo único que sentía por mí era desprecio. ¿O podía ser que él hubiese revelado su secreto con la intención de separarnos? ¿Se propondría ser sólo un aliado temporal mío, a fin de que yo no constituyera un obstáculo para sus planes, y después dejarme tirada en cuanto se hubiesen casado?
Cuanto más lo pensaba, más desconfiaba de él, pero, cuatro o cinco días después, me encontré a Watanuki esperándome otra vez fuera de la posada. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com