El puente de Alexander (fragmento)Willa Cather
El puente de Alexander (fragmento)

"Cuando lo dejó solo, empezó a ir y venir por su estudio. Volvía a estar en casa, entre todas las cosas queridas y familiares que le hablaban de tantos años felices. Esta noche estaría llena de personas encantadoras que lo querían y admiraban. No obstante, todo el tiempo, por debajo del placer, la esperanza y la alegría, era consciente de la vibración de una emoción artificial. En mitad de esta luz, calor y amistad, a veces se sobresaltaba y estremecía, como si alguien hubiese pisado su tumba. Algo se había liberado en su interior, algo hosco y poderoso, que se retorcía y le torturaba. A veces caía despacio sobre él con desquiciantes ensoñaciones. Otras le golpeaba como el cañón que rueda en la bodega del barco. Ahora siempre le embargaba una sensación de vida acelerada, de peligro estimulante. Esta noche le acometió de pronto, mientras andaba, cuando se fue su mujer. Parecía imposible; no podía creerlo. Miró suplicante hacia la puerta, como para pedirle que volviera. Oyó voces abajo en el vestíbulo, y supo que tenía que bajar. Fue hasta la ventana y contempló las luces al otro lado del río. ¿Cómo podía ocurrir esto aquí, en su propia casa, entre las cosas que amaba? ¿Qué era lo que le asaltaba e incitaba desde la oscuridad? Ahora tenía la sensación de que nunca escaparía. Cerró los ojos y apretó la frente contra el frío cristal de la ventana, respirando el frío que emanaba de él.
[...]
El día de Año Nuevo empezó un deshielo y estuvo lloviendo a cántaros toda la noche. Por la mañana, la mañana de la partida de Alexander a Inglaterra, el río amaneció cubierto de niebla y la lluvia golpeaba con fuerza los cristales del salón del desayuno. Alexander había terminado de desayunar e iba y venía por el cuarto. Su mujer, sentada a la mesa, lo observaba. Estaba pálida y con una extraña calma. Cuando Thomas les llevó las cartas, Bartley se desplomó en su sillón y las hojeó a toda prisa. "



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