Bitna bajo el cielo de Seúl (fragmento)Jean-Marie Gustave Le Clézio
Bitna bajo el cielo de Seúl (fragmento)

"Pues ya está, ha llegado la hora de mi propia historia, no me la he inventado, la he vivido.
He decidido contársela a Salomé porque, en un momento dado, me cansé de que todo fuera demasiado perfecto. Por supuesto, Salomé está gravemente enferma, ya no se puede mover de la silla de ruedas, lleva pañales y la piel es un papel áspero marcada con rojeces y cardenales. También está el olor, que me cuesta aceptar. Antes de conocerla, yo no sabía que las personas enfermas tienen un olor. Es un olor un poco ácido como el de los viejos, sé muy bien cómo huelen los viejos porque cuando era pequeña pasé mucho tiempo dándole masajes a mi abuela. Pero en el caso de los viejos, el olor es más suave, un poco como el de las flores marchitas. En cambio, Salomé tiene un olor fuerte, acre, un olor animal, mezclado con el sudor. Aunque la enfermera le eche en el cuello litros de colonia, el olor sale a flote y asciende a la superficie. A veces me dan ganas de decirle: «Salomé, hueles mal». No se lo digo, pero no por consideración ni porque me pague (al fin y al cabo, no soy su criada, soy su narradora). No, es más bien por orgullo, porque creo que no tengo derecho a quejarme y que no podría cambiar nada. O vuelvo a su casa, o no vuelvo más. Pero ¿Qué saco con esa cháchara?
Sin embargo, el olor está muy dentro de mí. Cuando vuelvo a casa, al pisito del semisótano, abro la claraboya a ras de acera aunque haya bolsas de basura que atraen ratas y cucarachas. Me tumbo en el colchón puesto en el suelo y el olor regresa, llena la habitación, me llena las fosas nasales. Me he llegado a preguntar si no seré yo quien genera este olor. Meto la cabeza debajo de una sábana y me duermo apretando los puños.
Así fue como llegó el asesino wannabe. "



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