La nave de los locos (fragmento)Pedro Gómez Valderrama
La nave de los locos (fragmento)

"Hablo de Basilio Valentino —que es el mismo monje Cibinensis—; Valentino no existió, no aparece en los registros de la abadía. Sin embargo, yo estaba allí el día en que un rayo (vi su luz cegadora) partió una de las columnas del templo. El rayo no me hirió; me cegó un momento, y al abrir los ojos se ofreció ante mí el hueco de la columna, en el cual estaban intactos los manuscritos, encabezados por esta frase: “He aquí la última voluntad y el testamento de Basilio Valentino, monje de San Benito. Obra que él escondió, solo, bajo una lápida de mármol, en la columna que está tras el altar mayor de la iglesia catedral de la ciudad imperial de Erfurt. El la dejó allí para que la hallara aquel que la Divina Providencia juzgara digno de descubrirla”.
Yo la encontré. Los monjes de la abadía amenazaron con procesarme si me quedaba con los documentos. Gracias a mis artes, y a que el nombre de Basilio no estaba en los registros de la abadía, algunos pude reservar, que hoy me sirven para redactar esta memoria. Gracias a su lectura y la de los otros que quedan en la abadía, puedo hoy escribir. Pero más me ha ayudado el espejo que se encontraba en el fondo de la columna, y cuyo reflejo me ha enseñado que todos los alquimistas fueron uno solo, y que esto se sabrá cuando se realice definitivamente la Gran Obra.
El espejo tiene una virtud insustituible, y es la de trasladar al que lo mira, a voluntad, hacia el pasado o el futuro. Como una especie de callejón del tiempo, domina a voluntad, igualmente, el espacio. Con esos dos poderes, es el poder de sí mismo. El tiempo y el espacio son los dos modos de dominar definitivamente al adversario. Son las dos limitaciones insuperables del hombre. "



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