Libre te quiero (fragmento)Jorge Martínez Reverte
Libre te quiero (fragmento)

"Matías se presentó en el centro del pueblo minero y por poco dinero pudo saber que Avelino y el alférez habían caído reventados por los cartuchos de algún cazador furtivo. Vio sus cadáveres y de inmediato reconoció a Avelino, porque le faltaba el dedo pulgar de la mano derecha. El otro llevaba la estrella de alférez cosida en la guerrera. Seis puntas era toda la gloria que había conseguido después de una abnegada vida dedicada a la tortura y los malos tratos.
Según pudo averiguar, Manolo se había enemistado con Arjona y con Avelino antes de llegar a la tierra de la rebelión. Y era de conocimiento general en las dos orillas del Nalón que la providencia había logrado que «el chico de los vales» se encontrara con sus dos enemigos al mismo tiempo y que Angelón llevara ese día la escopeta más adecuada para matar a corta distancia.
Informado de su reciente marcha, Matías no tuvo más que coger algunos enseres, los prismáticos entre ellos, y distraer un fusil en buen estado, cuyo dueño —un guardia civil— estuvo dispuesto a venderlo por un precio casi simbólico, sabedor de que el dinero burgués volvía a ser el que de verdad tenía valor.
En un primer momento, Matías las pasó canutas para no perder el rastro de los dos fugitivos. Dejaban unas señales muy claras de su paso, pero la lluvia complicaba la persecución. Además, hubo de eliminar a una inesperada competencia que supuso una dificultad añadida, aunque resuelta con destreza.
Atacó al moro por la espalda y lo degolló sin ningún problema de conciencia.
Luego pasó la noche en campo abierto, acurrucado bajo su capote y pegado a las bostas de una recua de ganado para calentarse. Agradeció como nunca la llegada del amanecer. Y revivió cuando vio a los fugitivos meando con aire apacible, dándose la espalda el uno al otro. "



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