Indiana o las pasiones de Madame Delmare (fragmento)George Sand
Indiana o las pasiones de Madame Delmare (fragmento)

"Cuando fueron azuzados los sabuesos, Raymon se maravilló de lo que parecía acontecer en el interior de Indiana. Sus ojos y mejillas cobraron vida; la dilatación de sus fosas nasales reveló un indefinible sentimiento de terror o placer y, de pronto, alejándose de su lado y espoleando con audacia a su caballo, se lanzó tras los pasos de Ralph. Raymon ignoraba que la caza era la única pasión que Ralph e Indiana compartían. Ahora, ya no le cabía duda alguna de que en aquella frágil y, en apariencia, tímida mujer, residía un coraje más que masculino; esa especie de delirante intrepidez que, de vez en cuando, se manifiesta como una crisis nerviosa en las criaturas más débiles. Las mujeres raramente detentan esa valentía física de luchar por inercia contra el dolor o el peligro; pero, por lo general, gozan del valor moral que se exalta ante el riesgo o el sufrimiento. Las delicadas fibras de Indiana reclamaban, sobre todo, los ruidos, los rápidos movimientos y la emoción de la caza; esa imagen compendiada de la guerra con sus fatigas, sus ardides, su estrategia, sus combates y sus lances. Su monótona y apolillada vida precisaba de aquella excitación; entonces, pareció despertarse de su letargo y derrochar en un día toda la inútil energía que, desde hacía un año, había dejado fermentar en su sangre.
Raymon se asustó al verla correr así, entregándose sin miedo a la fogosidad de aquel caballo que apenas conocía, lanzándolo temerariamente hacia el bosque, evitando con asombrosa destreza las ramas cuyo elástico vigor golpeaba su rostro, franqueando las fosas sin vacilación, adentrándose con determinación en los gredosos y movedizos terrenos, sin temor a romper sus frágiles miembros, ansiosa por ser la primera en seguir el humeante rastro del jabalí. Le horrorizó tanta resolución y experimentó cierto desagrado hacia la señora Delmare, pues los hombres, sobre todo los amantes, tienen la inocente y ridícula presunción de querer proteger la fragilidad de las mujeres antes que admirar su valor. Además, ¿debo confesarlo? Raymon se asustó de la audacia y tenacidad que auguraba un espíritu tan intrépido en las cuestiones de amor. Temperamento que no compartía el resignado corazón de la desdichada Noun, que prefirió ahogarse a luchar contra su desgracia. "



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