Ojalá estuvieras aquí (fragmento)Graham Swift
Ojalá estuvieras aquí (fragmento)

"Cuando Papá y Tom volvieron de deshacerse de Luke se apoderó de la granja el silencio, como si se hubiera producido una explosión mucho mayor que aquélla, pequeña pero importante, que Jack había oído, devuelta por el eco desde Barton Field. Cubrían el cielo unas nubes espesas y calientes, pero era una de esas veces en que no llega a tronar. Jack no consiguió que Tom le ofreciera el relato completo de los acontecimientos hasta el día siguiente. Y después de escucharlo y de intentar ponerse en el lugar de Tom, tuvo la impresión de que aunque Tom no había sido capaz de disparar a Luke (¿quién podía reprochárselo?) era perfectamente posible que un día fuera capaz de encañonar a su padre con una escopeta. Le parecía perfectamente posible, sí, en aquella granja suya desolada entre las verdes y profundas colinas.
Tom era ya grande y bastante alto, pero Jack seguía pensando que, cuando se trataba de decidir algo, su padre debía medirse con alguien de su talla y le correspondía a él, a Jack, actuar como mediador. Se preguntó qué habría hecho él si hubiera estado allí, en Barton Field, como testigo. ¿Habría agarrado la escopeta que Papá ofrecía a Tom y habría disparado él mismo a Luke? ¿Hubiera servido eso para zanjar de una vez para siempre la cuestión de cómo quedaban las cosas en Jebb, la cuestión de quién llevaba el mando?
Se preguntaba cómo habrían ido los acontecimientos si hubieran sido Papá y él los que estaban allí, en lugar de Papá y Tom.
Tuvo que pasar mucho tiempo todavía –y no fue hasta que Tom ya se había marchado de Jebb– para que Jack le contara a Ellie la historia que Tom le había contado a él, completa. Al principio Jack le había dicho que su padre había tenido que disparar a Luke. Había sido duro, pero no le quedaba otro remedio. Se acabó Luke. Incluso después, cuando contó a Ellie toda la historia, había dudado en repetir aquellas palabras que él había recordado con la misma claridad con la que parecía haberlas recordado Tom: «Y espero que alguien, algún día...».
Cuando Luke encontró su final, la enfermedad de las vacas locas y sus consecuencias ya llevaban algún tiempo con ellos. Había tocado techo, dijeron algunos, pero aún seguía flotando en el aire como aquellas nubes de bochorno. Y tal vez fue entonces, la mañana en que resonó aquel disparo en Barton Field, cuando definitivamente la locura se había hecho fuerte.
Sin embargo, lo que les había salvado de aquel estado de ánimo concreto, lo que les había contenido y les había hecho recobrar la sensatez y, tal vez, lo que había impedido que hubiera más explosiones, había sido precisamente la muerte de Luke. Su ausencia. No era más que un perro y, llegados a ese punto, lo habían hecho por compasión. Pero el hueco que dejó su muerte ocupaba más de lo que ocupa un perro. Y además aún resonaba el eco de la muerte de Vera, aunque ninguno de ellos se atreviera a decirlo.
Al tratar de ponerse en el lugar de su padre (y eso que no era muy bueno en lo de ponerse en el lugar de otro) Jack tuvo la impresión de que aquello que su padre había hecho con Luke era lo que hubiera querido hacer con su esposa. Como si matar así, de manera rápida y expedita a un animal que estaba enfermo y empeorando pudiera curar a Michael de todo el sufrimiento, la ira y el abandono que le estaban carcomiendo por dentro. Pero no funcionó: no había funcionado para ninguno de ellos. Lo único que había conseguido había sido provocar más enfermedad. Además de la enfermedad de las vacas. "



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