Milena o el fémur más bello del mundo (fragmento)Jorge Zepeda
Milena o el fémur más bello del mundo (fragmento)

"Oyó el trino de los pájaros antes de sentir los dardos del sol sobre sus pálidos párpados y se preguntó si eso era la muerte. Luego recordó que la noche anterior Rina y Luis habían frustrado su intención de tirarse a las vías del metro y la trasladaron en un coche a las afueras de la ciudad, a lo que parecía una cabaña en la montaña. Un intenso olor a tocino le confirmó que estaba viva; también que estaba hambrienta.
Rina y Luis preparaban el desayuno entre burlas mutuas por su torpeza en materia culinaria. Comieron huevos parcialmente fritos y pan tostado quemado que a Milena le pareció un manjar, aunque tuvo que dejar a un lado una tira de tocino incomible. Una vez más, la relación entre sus dos amigos era un bálsamo que se extendía hasta ella y le provocaba sensaciones de pertenencia que hacía mucho tiempo que no experimentaba.
Luis explicó que se encontraban en una casa de campo en las montañas entre Toluca y la Ciudad de México. Pertenecía a un amigo de su padre que rara vez la utilizaba. La noche anterior le había llamado para pedírsela junto con los datos del vigilante que vivía al lado, Hernán. Aquí podían quedarse todo el tiempo que desearan y aseguró que nadie daría con ellos. Milena sabía que eso no era cierto: tarde o temprano Bonso la localizaría y ahora sí acabaría con ella. Una vez más, pensó que eso sería lo mejor; al menos en México no habría perros involucrados.
[...]
La europea trató de recordar alguno de los guisos de su madre; no tenía mucho aprecio por su propia destreza, pero se dijo que cualquier cosa sería mejor que la impericia flagrante de sus dos amigos. Describió algunos de los ingredientes que necesitaba y descubrió un inesperado asomo de entusiasmo al imaginarse cocinando una vieja receta; súbitamente sintió que la vida le buscaba rendijas para colarse.
Luis se instaló en un restaurante especializado en cabrito asado de La Marquesa, apostado sobre la carretera apenas a dos kilómetros de la cabaña. La velocidad de la conexión inalámbrica era precaria pero juzgó que eso bastaba para navegar a condición de no bajar archivos pesados. Activó el software que le permitía operar bajo el disfraz de distintas IP direccionadas a Estados Unidos y Canadá, e ingresó en la Darknet para familiarizarse con los sitios más duros de las redes de tratantes de mujeres. Le llevó varias horas bosquejar un mapa de los portales que podrían servir a sus propósitos.
Para la mayoría de las personas la web es un universo abierto y prístino; ignoran que bajo su superficie se oculta una dimensión paralela inmensa y oscura cuyos portales impiden rastrear al usuario. Allí reside el mercado de información de tráfico de drogas, personas, armas o pornografía dura; sitios donde se puede contratar un sicario o un hacker para una operación ilegal. Fue en este universo donde Luis se sumergió durante las siguientes horas. "



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