Impresiones personales (fragmento)Isaiah Berlin
Impresiones personales (fragmento)

"Su continua fe en la vida y los valores académicos fue la fe del converso; no deseó reconocimiento ni recompensa fuera de sus confines. Fue dotado por la naturaleza con una visión amplia y generosa, tuvo gran imaginación y lo comprendió casi todo; por tanto, fue por un acto de deliberado autoconfinamiento de estoicismo autoimpuesto, por el cual escogió la vida del catedrático y se adhirió a ella con exclusión de muchos otros intereses. Las universidades fueron su hogar y su mundo. Fue un excelente servidor público durante la guerra; también allí sus colegas lo consideraron con profundo respeto, admiración y una simpatía no exenta de temor. Pero volvió con alivio a la vida académica. Sus cátedras de Edimburgo fueron, como siempre, frescas, directas, justas; se ganó el amor y la admiración de sus alumnos y colegas, allí como en cualquier otra parte. Pero cuando All Souls le ofreció la más distinguida plaza de investigación de que disponía, él renunció a su profesorado, que su progresiva parálisis le hacía difícil cumplir, y volvió con alegría. Sus distinciones académicas —ser miembro de la Academia británica, las conferencias Ford, miembro honorario de Balliol— le dieron duradero placer. Estuvo felicísimamente casado, y encontró gran alegría en sus hijas. Tomó una parte tan plena en la vida de All Souls como lo hizo posible su condición física. Desde su silla de ruedas pronunciaba discursos punzantes y eficaces en las reuniones del colegio, y conservaba toda su autoridad. Su conversación era tan inteligente y deliciosa como siempre.

Una gran cultura, esfuerzos incansables, la continuada búsqueda de la verdad, y aun brillantes poderes de exposición son cualidades que, si no a menudo, se encuentran juntas con suficiente frecuencia para no constituir algo único. Lo asombroso en Pares era la unión de extremo refinamiento de espíritu y corazón, un intelecto de primer orden y rigurosa autodisciplina, con la aguda percepción y comprensión de otros, un raro encanto personal, un eterno placer irónico en la comedia de la vida, y una disposición al juego alegre y brillante de la imaginación característico de cierto tipo de genio artístico. Y con todo esto, un sentido del honor, grandeza de alma e inmaculada pureza de carácter, y una capacidad de amor y devoción que hacía única su personalidad moral, y dominantes su ejemplo y su influencia en su generación.

Hasta el fin, mantuvo un interés consciente en los asuntos públicos, pero estos no fueron centrales en su vida. Fue —hasta el punto en que mantuvo opiniones políticas definidas— un socialista moderado, a la derecha del centro; pero su corazón no estaba en la política. Vivió su vida dentro de los límites de un mundo deliberadamente circunscrito, un jardín cultivado al que podía dar forma de acuerdo con su propio deseo de orden y unidad, armonioso y cerrado: un universo que consistía en el estudio de la historia, de las relaciones personales y de su propia y plena vida interior. En este mundo privado —quizás el florecimiento final de Winchester y de Balliol durante los años veinte— todo tenía su lugar, su propio nombre privado, y su propia relación particular consigo mismo. No fue un intento de su parte por proteger su vida contra el caos del mundo público: dentro de este hortus inclusus demarcó cuidadosamente el ámbito de la verdad objetiva apartándolo de su propia sensibilidad y fantasía. "



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