Chéri (fragmento) Colette
Chéri (fragmento)

"Chéri se estremeció, se levantó, se despojó furiosamente del pijama y se echó desnudo en la cama, intentando acomodar la cabeza en aquel hombro joven del que aún sobresalía la clavícula fina. Edmée obedecía con todo el cuerpo, encogía el flanco, extendía el brazo. Chéri cerró los ojos y se quedó inmóvil. Ella se mantuvo despierta con precaución, casi sin resuello bajo su peso, creyéndolo dormido. Pero al cabo de un momento él se volvió bruscamente imitando el gruñido de alguien que está profundamente dormido y se arropó con la sábana en el otro extremo de la cama. «Siempre hace lo mismo», constató Edmée.
Tendría que despertarse todo el invierno entre las cuatro paredes con ventanas de aquella habitación. El mal tiempo había retrasado las obras de la casa nueva, en la avenue Henri-Martin. El mal tiempo y los caprichos de Chéri, que quiso un cuarto de baño negro, un salón chino y un sótano con piscina y gimnasio. A las objeciones del arquitecto, respondía: «Me importa un bledo. El cliente manda. El precio me da igual». Pero a veces miraba con lupa un presupuesto, afirmando: «A Peloux hijo no se la juegan». De hecho, pontificaba sobre los precios de la producción en serie, el fibrocemento y el estuco cromado con una soltura increíble y una memoria escrupulosa para las cifras que le ganaron el respeto de los contratistas.
Consultaba poco a su mujer, aunque hacía alarde ante ella de su autoridad y, de vez en cuando, se esforzaba en disimular su indecisión con órdenes tajantes. Ella descubrió que, aunque tenía buen ojo para los colores, despreciaba las formas bellas y las características de los estilos. "



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