El común olvido (fragmento)Sylvia Molloy
El común olvido (fragmento)

"Mira que tienes recuerdos literarios, me dice Samuel cuando se lo cuento, intentando ver si consigo hacerlo empalmar por el lado de mi padre en lugar de hablarme siempre de mi madre. Inútil decir que no recoge el desafío. Hoy, de nuevo en casa como en una recuperada heredad, instalado en su vieja cama de caoba de una plaza que, ya me lo ha dicho mil veces, es la cama en la que dormía de chico, acomodándose sin cesar en las tres almohadas (a ver si me subís una para que me sostenga la nuca, che), Samuel no quiere hablar de mi padre ni de mi madre, quiere hablar de sí mismo. Hablar de sí mismo, para Samuel, es engañar al interlocutor haciéndole creer que quiere hablar de él. Así, cerrando los ojos, me dice contadme algo, che, que estoy aburrido, y cuando empiezo -se me ocurre hablarle de mis intentos de traducir a Virgilio Piñeira- me detiene en seco. A Virgilio lo conocí bastante cuando vivía en Buenos Aires. Fíjate que apareció por el diario una tarde un señor muy bien vestido, con sobretodo de pelo de camello aunque no hacía tanto frío, y pidió hablar conmigo, el suplemento estaba por cerrar y yo lo tuve esperando, y cuando por fin lo atendí resultó ser Virgilio que me traía en cuento y me deshice en excusas. Era difícil hacerse amigo de él porque era muy tímido pero m´hijo quel charme, su misma timidez era un gesto irónico que manejaba como los dioses. Está bien que lo traduzcas, agrega como posdata, y luego me cuenta chismes de traductor, propios y ajenos, como cuando una señora de sociedad le dijo a Jorge que hacía tiempo que no lo veía  a Samuel y Jorge le dijo que Samuel estaba muy ocupado con Emily Brontë y, mira si sería bruta, ella le contestó que cachottier este Samuel que no me dijo nada, yo no sabía que Emily Brontë andaba por Buenos Aires. "


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