La cuestión (fragmento)Arturo Uslar Pietri
La cuestión (fragmento)

"Yo mismo comenzaba a dudar, a perderme en suposiciones y escenarios que forjaba en la imaginación. Podía ser que hubiera estado engañado todo ese tiempo. Pudiera ser que nunca me hubiera dicho la verdad sobre ella. Acaso, acaso me hacía ver que se ocupaba de algunas cosas mientras en forma oculta se empleaba en otras de las que nunca me habló. Era posible que aquel mercader de cuadros a quien vendía sus telas no fuera eso sino otra cosa. Podía ocurrir que aquel primo, que vino de paso en una ocasión, no fuera sino un agente en una misión secreta. Aquellos paquetes, que a veces permanecían en la casa sin abrirlos y que luego desaparecían, podían ocultar un horrible tráfico de secretos y delitos.
Metido en el laberinto de suposiciones perdía el hilo de la escena, quedaba sin responder a la última pregunta repetida, sentía como un mareo o como un apagón de la conciencia.
«¿Qué hizo usted el día doce del mes pasado?». Identificar un día entre todos los días ordinarios me requería un esfuerzo agotador. A qué hora había salido, adonde había ido, con quiénes me había encontrado. Pudo ser el día en que fui en la mañana a la biblioteca pública. «¿Pudo reconocer a la persona que estaba sentada a su lado?». «¿Cruzó algunas palabras con ella?». «¿Le pasó un papel?». A veces había pedido una hoja de papel a un vecino de mesa para tomar un apunte. Recordar los días en que había ido a leer y las personas que se habían sentado junto a mí resultaba imposible. «Usted lo sabe bien. Dígalo». Se hacía un silencio amenazador y parecía comenzar otra escena.
Ahora estaba sobre la mesa una fotografía. La cabeza me pidió que la reconociera. Era una vieja foto de grupo, amarillenta y borrosa. «¿A quiénes reconoce?». Eran gente joven reunida en una fiesta de trajes. Vestidos extravagantes, uniformes de fantasía, mujeres a la oriental, mozos vestidos de pirata de cuento con un ojo tapado. No me era fácil recordar dónde fue aquello, ni quiénes eran. Pasaba la vista sobre los menudos rostros olvidados o desconocidos. La voz continuaba interrogando. Allí, ciertamente, estaba yo. Era aquel tipo un poco apartado y triste, que en un extremo parecía mirar hacia otro lado. Debía ser muy joven entonces. Pude reconocer, imprecisamente, dos o tres caras más. Los nombres no me venían o no me venían completos. «Tome su tiempo. Yo no tengo prisa».
Estaba allí Ana. Era aquella, muy cerca del centro del grupo, con una gran sonrisa y los brazos extendidos sobre los hombros de sus dos vecinas. «Este soy yo». «Esta parece Ana». «¿Y los otros?».
¿Quiénes eran? Todas aquellas faces y gestos congelados en la expresión de un momento. «Vea el tercero de la derecha en la primera fila». Era un rostro anodino de hombre pequeño. Con los brazos cruzados sobre el pecho. No podía recordarme. No recordaba siquiera dónde pudo haber sido tomada aquella foto. No había sido en mi ciudad. Seguramente en un viaje. Pero estaba allí Ana. Debió ser alguna de las primeras veces en que la tropecé. Mucho antes de que comenzáramos a vivir juntos. ¿O no era ella? "



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