El cantante de boleros (fragmento)Javier Tomeo
El cantante de boleros (fragmento)

"Voy tranquilamente por la calle pensando al mismo tiempo en la morena del cartel y en Napoleón y mientras cruzo un paso de peatones se me echa encima un coche que viene por la izquierda a toda leche. Lo veo llegar con el rabillo del ojo, doy un salto hacia atrás, el coche frena en seco y me salvo por los pelos.
El conductor es uno de esos fulanos que llevan siempre la radio a tope y piensan que toda la calle es suya. Asoma la cabeza por la ventanilla y me llama hijo de puta. En un primer momento pienso que sólo tiene una ceja que le sirve para los dos ojos y que casi se los tapa. Dice también que los semáforos están para algo y entonces me pongo chulo y le contesto que me paso todos los semáforos del mundo por el forro de los cojones.
Lo de la ceja no es verdad, pero lo parece. Tiene dos, como todo el mundo, pero se tocan la una con la otra. De todas formas, es un fulano grande como un armario. Baja del coche y hace ademán de agarrarme por el cuello, pero le doy un rodillazo en los huevos y me escapo corriendo. Lo malo es que me doy de morros con el guardia que está al otro lado de la calle viéndolo todo. Eso se llama también mala suerte. Me coge por el brazo y me retiene a su lado.
Le digo que el tío-armario me quería matar, pero no sirven de nada todas mis explicaciones. El guardia es uno de esos tipos que cuando les das una gorra y una porra piensan que son los dueños del mundo, así que en lugar de hacer la vista gorda quiere dejar claro que manda más que nosotros y nos lleva a la comisaría, que está a la vuelta de la esquina. Seguramente esta mañana no tiene cosas más importantes que hacer. El armario dice que tiene un primo trabajando en la jefatura, pero tampoco le sirve de nada. Nos tienen esperando más de una hora y al final nos dan unos cuantos papeles para que los firmemos. Seguramente son multas. "



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