El círculo se ha cerrado (fragmento)Knut Hamsun
El círculo se ha cerrado (fragmento)

"En la época de jefe del capitán Ulrik podía haberse cometido algún que otro error, de eso no cabía duda. Él era un hombre de extraños métodos y a veces mandaba el reglamento a freír espárragos. Como aquella mañana, en que en el trayecto de ida lanzó un bidón de leche vacío a tierra. El capitán pitó una y otra vez, pero los de la granja se habían quedado dormidos y nadie bajó al muelle. Entonces el capitán Ulrik en persona agarró el bidón y lo lanzó a las piedras, produciendo un gran estruendo. El hecho dio lugar a risas y aplausos a bordo, pero en el viaje de regreso el granjero se presentó con su bidón para mostrar lo destrozado que había quedado, deme otro, dijo. ¡No te lo crees ni tú!, dijo el capitán. ¡Deme otro bidón!, repitió el granjero. Había a bordo un saco de harina que los de la tripulación se habían olvidado de entregar en puerto y que por ello, en opinión del capitán, sobraba por completo. Te daré este saco de harina, afirmó. ¿No lo dirá en serio?, dijo el granjero. Claro que lo digo en serio, contestó el capitán. ¡Echad el saco a tierra, chicos!, ordenó a la tripulación.
Así intervenía y gobernaba el buen capitán Ulrik a bordo. Pero eso era ya agua pasada, ahora todo iba sobre ruedas. No quedaba nada por hacer, todo estaba en su sitio, no se perdía ni un cazo. Los bidones de leche de los granjeros estaban decorosamente enfilados dentro del amplio cuarto del hielo, y cuando se escapaba algo de agua, por muy poca que fuera, era secada inmediatamente con un trapo. Un orden perfecto. Todo el latón pulido y reluciente.
La tripulación tenía buenos días de poco trabajo y abundantes turnos libres, y por las noches podían bajar del barco e ir a sus casas a estar con sus seres queridos. Eran dos hombres. Pero dos no eran suficientes para jugar a las cartas, porque no conseguían nunca que se les uniera el piloto, y el chico del carbón no solía estar libre cuando lo necesitaban. Ahora obtuvieron la tercera mano permanente para su juego: Alex, el que trajo el propio capitán.
¿Por qué no iba a haber tres marinos si en ese barco lechero había capitán, piloto y encima tres hombres en la máquina? ¡Que sepáis que no se suprimirá ningún sueldo! El barco daba un seis por ciento de beneficio y todo el mundo sabía que eso era casi el doble de lo que daba cualquier banco en esos tiempos. ¿El Spurven transportaba únicamente bidones de leche? ¡Qué va! También llevaba y sacaba a una sorprendente cantidad de pasajeros de la ciudad. Podía tratarse de artesanos, trabajadores y agentes con asuntos diversos en las zonas agrícolas interiores, podía ser gente que simplemente se tomaba un día libre, incluso podía tratarse de enloquecidas parejas de amantes en busca de un bosque en el que charlar. El Spurven era un bien para todo el mundo, había billetes de primera, segunda y tercera clase, los de primera eran unos billetes rojos indescriptibles. Los domingos, cuando el Spurven hacía noche en la ciudad, alguna asociación podía alquilarlo para un viaje de placer con banderas y música de gramófono, y en el transcurso del año esos ingresos esporádicos suponían una bonita suma. "



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