Juan Antonio Pérez Bonalde (fragmento)José Ramón Medina
Juan Antonio Pérez Bonalde (fragmento)

"Su facilidad para el aprendizaje de las lenguas es un arma diestramente manejada para penetrar en el conocimiento de los distintos pueblos que visita. Es admirable su capacidad para hablar y escribir a la perfección un idioma cualquiera a poco tiempo de proponérselo. Hay gentes dotadas de una rara disposición para el aprendizaje de lenguas extrañas. Pérez Bonalde fue uno de ellos. Y ese don especial le permitió no sólo desempeñarse frente a las necesidades que el ejercicio de su profesión de agente de comercio le imponía en el extranjero, sino, sobre todo, de abrevar en las fuentes vivas de las culturas ajenas, con lo que adquiere un vasto caudal de conocimientos que iba a poner al servicio de su lirismo.
Su espíritu crece en perspectiva cosmopolita. La propia sensibilidad, abierta a las experiencias que la vida le procura le hace comprender las variadas culturas con que enriquece su espíritu. Y no es sólo la poesía, la literatura en general, lo que atrae su emoción de artista, también la música y la pintura le ofrecen campo propicio para su pasión creadora. Pérez Bonalde ha sido uno de los poetas más cultos de nuestra patria. Quizás el más culto, después de Bello.
El signo viajero de Pérez Bonalde nace en sus propios años de niñez, como hemos visto, se acentúa en su adolescencia, se afirma en su madurez. El destierro político que lanza a su familia hacia las playas de Puerto Rico es el comienzo del largo peregrinaje del poeta por tierras extrañas. Después la vida le va a imponer esa condición de infatigable viajero. Pero siempre, en todas partes, suspirará por el retorno a Venezuela. Sus andanzas de tantos años, esa fiebre que lo lanza a recorrer tierras y lugares lejanos, hay momentos que le pesan tanto como un fardo insostenible. ¡Cuántas veces no ha soñado reconstruir su vida, deshecha por la continua mudanza, en el acogedor sosiego de una casa caraqueña o cerca de la luz brillante y el suave vaivén de las olas que bañan las costas de su patria!
Ese anhelo permanente, esa esperanza jamás cumplida, es como una brasa que muerde, profunda, las raíces de su espíritu. De esa circunstancia arranca el dolor que preside su destino de venezolano errante y desarraigado. Y de ahí mismo brota, también, la ráfaga quejumbrosa que hallamos en su poesía, las imprecaciones rotundas de algunos de sus versos, el acento doloroso que recogemos en muchos de sus poemas. "



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